Reflotar un anciano del mar
El Ayuntamiento de Torrevieja restaura un velero del siglo diecinueve como sede de una escuela náutica
Una extraordinaria operación de cosmética devolverá al majestuoso, aunque ya anciano, pailebote Pascual Flores a las mansas aguas del mar Mediterráneo. Casi un siglo después de su construcción en Torrevieja (La Vega Baja), el velero, una joya arqueológica por su incuestionable valor histórico, acogerá una escuela náutica. Previsiblemente, según el asesor municipal y experto en náutica, Rafael Aracil, la embarcación se convertirá, además, en el icono de la flota valenciana durante los próximos 99 años.
La recuperación de este emblemático velero para el patrimonio alicantino y valenciano no ha estado exenta de polémica, incluso su adquisición fue trasladada ante la Justicia. Según el grupo municipal socialista, en la oposición en el Ayuntamiento de Torrevieja, la compra ha acarreado un soberano despilfarro para las arcas torrevejenses. Según Ángel Giménez, portavoz municipal del PSPV, el Consistorio ha desembolsado en este proyecto más de 1,3 millones de euros. A su juicio, se trata "del último escalón de una locura presupuestaria y política para cubrir el ego de la persona que ha iniciado el proyecto" [en referencia al alcalde de Torrevieja, Pedro Ángel Hernández]. Sin embargo, el primer edil rechaza que la restauración del barco se trate de un capricho. Además, desmiente las cifras ofrecidas por el socialista.
La historia se remonta a hace siete años, cuando una asociación ubicada en la ciudad inglesa de Bristol, de corte filantrópico y propietaria del velero, ofreció al Ayuntamiento de Torrevieja la posibilidad de comprar el pailebote por unos 13 millones de las antiguas pesetas. Pero a este presupuesto inicial se sumó el montante relativo a la restauración y traslado del velero al municipio costero. El coste de la operación inicial se duplicó. Fue entonces, cuando el grupo municipal socialista reclamó, en 2000, la celebración de un pleno extraordinario para desentrañar el alcance exacto de la compra.
A su llegada a la costa alicantina, los socialistas alertaron del deplorable estado del Pascual Flores. Según denunciaron, el velero se mantenía a flote con la ayuda de bombas de achique. El velero permaneció amarrado durante año y medio en el muelle, hasta que un informe técnico advirtió de su gravísimo deterioro. Expertos recomendaron, entonces, varar el barco ante un inminente hundimiento. Desde entonces permanece varado en el dique de poniente del puerto a la espera de ser restaurado. Ahora, el Ayuntamiento, a través del Instituto Municipal de Cultura, ha aprobado el pliego de condiciones para la adjudicación del proyecto básico y de ejecución de su restauración, cifrado en más de 3,4 millones de euros. El coste será financiado en parte, según Rafael Aracil, por la Generalitat. El pasado verano, la Consejería de Cultura, Educación y Deportes firmó un protocolo con el Consistorio por el que la Generalitat alquila el pailebote, durante 99 años, para destinarlo a sede de una escuela de vela.
De todas las singladuras del Pascual Flores, ésta es, quizá, la más rocambolesca de su historia y sin surcar mares. Concluido en 1918 por uno de los más afamados carpinteros de la época, el velero se erigió en el máximo exponente de la flota torrevejense, catalogada como una de las más imponentes del Mediterráneo durante el siglo diecinueve.
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