Zumo de dolor
Que Tele 5 haya estrenado U-24 entre dos capítulos de CSI tiene su coherencia. Mientras que CSI viste de ficción dramática y fotografía esteticista la investigación criminal a partir de los cadáveres de Las Vegas o Miami, U-24 aborda, desde una interpretación flexible del género documental, unos cuantos casos espeluznantes de los servicios de urgencias de dos hospitales españoles. Y digo interpretación flexible porque, además de documentación, información, testimonios y consejos útiles para víctimas y familiares, U-24 destila un dinamismo sensacionalista y una aceleración típicas de la emergencia-espectáculo.
La parte crítica se traduce en una inequívoca intención de denuncia, ya que las urgencias elegidas tienen que ver con algunas de las patologías colectivas más graves de nuestra sociedad. La sobredosis de un joven y un caso brutal de malos tratos a una mujer son los platos más impactantes de este menú. Gracias a un laborioso montaje que refuerza la narración a base de una fragmentación coherente de las secuencias se transmiten las sensaciones propias de este tipo de situaciones: fatalidad, impotencia y, en un plano más periférico pero muy rentable (y pringoso) emocionalmente, las reacciones de familiares y allegados.
En los casos menos brutales, como una insuficiencia cardiaca resuelta con un trasplante o un accidente ocurrido en una competición de kárate, resulta difícil exprimir la angustia. Allí es donde, en teoría, el documental debería resultar más aséptico. Pero, en lugar de eso, se repite todas las veces posibles la patada traumática a la cara del karateca, con una reiteración digna de ese género del tortazo doméstico filmado por padres obsesionados en obtener el rentable documento de un hijo electrocutándose en una bañera. El equilibrio entre realismo y espectáculo, pues, no siempre se consigue. Aunque, a lo largo de todo el metraje, el retrato de la realidad de nuestros modernizados servicios de urgencias cubre con dignidad el objetivo informativo, a ratos da la impresión de que los responsables de U-24 han querido aunar el dinamismo de la típica buena serie de ficción (Urgencias o, salvando las distancias, Hospital Central), los nuevos modelos de documental, bautizados como docu-show por su escoramiento hacia territorios de reality-show, y la truculencia de la crónica de sucesos pura y dura.
Los contenidos informativos existen, la voluntad de denuncia también, pero todo queda relativizado por el uso de la angustia ajena con finalidades narrativas opinables y trucos tan primarios como subrayar determinados episodios y secuencias con una banda sonora digna de una película de acción.
[U-24 fue seguido el pasado lunes por una media de 4.028.000 espectadores, con un 28,7% de cuota de pantalla].
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