Bullock y su pelota de aluminio
El escolta, que empezó a jugar de niño en casa de su abuela, revoluciona al Madrid con su rapidez
Muchos deportistas han seguido los pasos de sus padres o hermanos. El estadounidense Louis Herbert Bullock, escolta del Madrid, comenzó, sin embargo, en el baloncesto por otra curiosa causa. Fue gracias a su abuela Beatriz. Su padre era un empleado del Gobierno en Washington, donde nació, y su madre trabajaba también fuera de casa. Así que el pequeño Louis, de cinco años entonces, permanecía por las tardes, a la salida del colegio, en casa de aquélla, que intentaba entretenerle hasta que lo recogieran sus padres.
Una tarde, Beatriz colgó de una pared un pequeño aro e hizo una pelota con papel de aluminio que cogió de la cocina. "Intenta tirarlo y meterlo dentro", le dijo a Louis mientras le daba el baloncito. "Aquello me volvió loco", recuerda ahora Bullock, de 28 años, que ese día descubrió un juego apasionante para él. Su padre tuvo que construirle una canasta en el patio de su casa ante la insistencia del niño, que quería seguir jugando a aquello que le había enseñado su abuela.
"Veía las jugadas de Isiah Thomas por la 'tele' y salía corriendo al patio a intentar hacer lo mismo"
"Me pasaba todo el día intentando encestar. Quería jugar siempre. Enseguida tuve un gran amor por este deporte", cuenta Bullock en un buen castellano. Con el tiempo descubrió a su gran ídolo, Isiah Thomas, de Detroit Pistons. "Con él comencé a aprender baloncesto. Veía sus jugadas en la tele y salía corriendo al patio a procurar hacer la misma jugada que él, aunque casi nunca me salía", dice el hoy madridista. Jugaba solo o contra sus primos, diez años mayores que él, en unos partidos que le exigían agudizar su ingenio. "Yo era mejor que ellos, pero no tenía tanta fuerza. Así que estaba siempre pensando cómo les podía ganar".
Bullock se acostumbró a pensar el juego. A los 16 años recibió una beca para jugar en la universidad de Michigan, en la que se licenció en Económicas, y en 1999 fue elegido por Minnesota en la segunda ronda del draft. Pero no llegó a debutar en la NBA, sino que comenzó un periplo europeo. Primero, por Italia, en el Verona y el Adecco Milan. Luego, por España. El Unicaja le fichó en mayo de 2002 como sustituto de Danya Abrams y esa temporada fue subcampeón de la Liga ACB. Desde entonces es todo un personaje en ella. En el curso pasado fue el máximo triplista, con 95 dianas, y el Madrid, a petición de Bozidar Maljkovic, que le había dirigido en Málaga, le echó el lazo el verano pasado.
"Bullock revoluciona al equipo y hace que todos disfruten", le define Lolo Sainz, el director de la sección de baloncesto del Madrid. El escolta ha formado un trío espectacular con su amigo Bennett y Sonko y el cuadro blanco es líder del campeonato por primera vez en tres años tras ganar hace dos jornadas al Tau con 35 puntos de Bullock. "Estoy entusiasmado con ese partido", dijo antes de jugar en Vitoria. Ayer, ante el Leche Río Breogán, volvió a tener una actuación notable: 24 puntos.
"Somos muy diferentes a otras campañas. Tenemos lo básico: disciplina. Sin ella no podemos ir a ninguna parte. Bennett es el director, el entrenador en el campo, el que marca el ritmo; Sonko rompe el partido con su defensa, y yo quiero correr siempre y hago bloqueos rápidos", argumenta Bullock. "Mi especialidad es el tiro y soy listo en el campo. Maljkovic confía en mí y yo en él. Es duro, pero no demasiado. Quiere que aprendas a ganar con la cabeza, no sólo con el cuerpo", añade.
El madridista luce el número 22 porque el 11, el que pretendía, es de Herreros. Fuera de la cancha, le encanta dormir, escuchar música hip-hop y jazz, pasar el tiempo con su hijo, recién nacido, y el fútbol. Cuando fue presentado, acudió al estadio Bernabéu y alucinó. Quería comprarse enseguida las camisetas de todos los galácticos. "En Estados Unidos la gente no entiende que entrar al vestuario del Madrid es algo muy grande. El que más me gusta es Zidane porque, aunque no mete muchos goles, controla muy bien los partidos", afirma.
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