_
_
_
_
Reportaje:ESCAPADAS

Una isla que despierta pasiones

Lesbos, puro Mediterráneo donde Safo cantó el amor entre mujeres

Si hay una isla griega especialmente recomendable para los obispos españoles que más se oponen a la ley del matrimonio homosexual, ésa es, por supuesto, la isla de Lesbos (en griego moderno, Lesvos, con uve de vicaría). Hay algunos paisanos de la isla de Lesbos que sienten vergüenza de haber prestado a tantas lenguas las voces lesbianismo y los adjetivos lesbiano-na y lésbico-ca -que tienen su origen en la poesía de Safo, la hija más ilustre de la isla, que, a principios del siglo VI antes de Cristo, cantó en sus poemas su pasión por las muchachas-, y por eso dejaron de llamar a su isla con el nombre de Lesbos y la llaman Mitilini, que es el nombre de la capital de la isla. A estos paisanos que sienten vergüenza por el nombre de su isla se suman no pocos autores de diccionarios -como, por ejemplo, los eminentes J. Corominas y J. A. Pascual, que, en los seis volúmenes de su tan espléndido como puritano Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, renuncian a incorporar las voces lesbianismo y las restantes de la misma raíz: de la voz lerdo pasan a la voz letal.

La montañosa Lesbos -su cumbre más alta es la del monte Olimpo (968 metros)- tiene una superficie de 1.630 kilómetros cuadrados. De las islas griegas, en extensión sólo la superan Creta y Eubea. Se halla enclavada en el mar Egeo oriental, a muy pocas millas de la costa occidental de Turquía. Sin embargo, desde 1922, tras la catástrofe del ejército griego en su guerra con Turquía, Lesbos tuvo cortadas sus comunicaciones con el país vecino durante varias décadas: con Turquía ha compartido un recíproco e intenso odio.

Lesbos no deslumbra por la belleza de su paisaje -como Corfú, Creta o Rodas-, pero está impregnada de un aura mágica creada por su intensa historia de tantos siglos. En Lesbos no abundan los restos arqueológicos. Pero la isla, en cambio, ofrece interminables batallones de olivares: al viajero le esperan once millones. Mitilini, la capital, ha tomado prestados el nombre y su emplazamiento de la ciudad antigua. Unas leves colinas, dos puertos y una arquitectura de aluvión -en la Edad Media se asentaron aquí cien años largos los genoveses, y en la Edad Moderna, cuatro siglos y medio los turcos- es lo que percibe el viajero. Una ciudadela cercada de pinares construida en el siglo VI por el emperador bizantino Justiniano exhibe sus murallas a prueba de siglos.

Sobre la colina, en la que se hallaba la ciudad antigua, los arqueólogos han sacado a la luz las ruinas de un teatro. Según el historiador Plutarco, es el que utilizó Pompeyo como modelo para el teatro construido en Roma el año 55 antes de Cristo en el Campo de Marte. En el Museo Arqueológico de Mitilini se exhiben mosaicos de la Casa de Menandro, un retrato del dramaturgo, que es el padre lejano de las televisivas comedias de situación, e ilustraciones de algunas de sus comedias. Los restos del santuario de Apolo se hallan no lejos del puerto comercial.

Vestigios troyanos

Partiendo de Mitilini, situado en la costa sureste de la isla, en una excursión al norte de algo más de 100 kilómetros, el viajero visita Cermís, una estación termal enclavada a 12 kilómetros de la capital. Una desviación de dos kilómetros conduce a unas ruinas prehistóricas excavadas por la Escuela Británica de Atenas. El lugar excavado lo vinculan los arqueólogos con la población que fundó la primera ciudad de Troya. A mitad de la excursión se llega a Mólivos, la antigua Metimna, la ciudad donde transcurre la acción de Dafnis y Cloe, la célebre novela pastoril de Longo. En 1880, Juan Valera tradujo esta novela, y el pasaje del libro IV en que el parásito Gnatón se enamora de Dafnis -o sea, del chico- lo amañó para evitar el escándalo e hizo que Gnatón se enamorara de Cloe. Por cierto, en la espléndida edición bilingüe (griego-gallego) de Dafnis y Cloe, con prólogo y traducción de María Teresa Amado Rodríguez, editada en 1994 por la Xunta de Galicia, la fidelidad de la traducción al original es total.

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

Entre el pueblecito de Sigrí, al oeste de la isla, y Eresós, el viajero se encuentra con un bosque fosilizado cuyos árboles quedaron enterrados hace millones de años bajo un alud de cenizas volcánicas. Y más allá, Scala Eresú, la antigua Eresós, situada al este del pueblo, que se cree que fue la ciudad natal de Safo. En esa playa hay que leer a Safo, a quien Platón llamó la décima Musa. Su maravilloso himno a Afrodita, su poema dedicado a Anactoria -tan espléndidamente traducido al latín por Catulo- le harán vivir al viajero los más bellos sueños.

Terrazas en una calle de la localidad de Paleohori, cerca de Plomari, al sur de la isla griega de Lesbos.
Terrazas en una calle de la localidad de Paleohori, cerca de Plomari, al sur de la isla griega de Lesbos.MACDUFF EVERTON

GUÍA PRÁCTICA

Datos básicos

Población: unos 90.000 habitantes. Capital: Mitilini.

Cómo ir

- Olympic Airways (915 41 99 45; www.olympic-airways.com

) vuela desde Atenas a la isla de Lesbos por unos 136 euros más tasas, ida y vuelta. La aerolínea también conecta Madrid con Mitilini en vuelo directo por 330 euros más tasas.

- En el portal de Internet de los ferries griegos (www.ferries.gr) se incluyen transbordadores que viajan desde El Pireo hasta Lesbos por unos 25 euros.

Dormir

- Blue Sea Hotel (00 30 225 102 39 94). A 200 metros de la playa de Mitilini. La doble, 100 euros.

- Olive Press (00 30 225 307 12 05;

www.olivepress-hotel.com. Ocupa una antigua almazara en Molivos, al norte de la isla. La doble, unos 80.

Comer

- Limanaki Tavern (00 30 225 106 15 69).

Ouzo y pescado fresco. Mitilini.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_