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Reportaje:

La otra ciudad que nunca duerme

El metro de Nueva York, con 4,5 millones de usuarios, cumple 100 años

El metro de Nueva York es un universo extraordinariamente diverso en el que conviven a diario 4,5 millones de ciudadanos. No hay divisiones raciales, ni religiosas o étnicas. Tampoco diferencias sociales, políticas o sexuales entre blancos, negros, asiáticos o nativos gringos. En sus vagones y andenes se pueden llegar a escuchar más de 120 lenguas diferentes. Y como la ciudad a la que da vida desde hace 100 años, el mundo subterráneo nunca duerme.

El primer tren empezó a funcionar a las dos de la tarde del 27 de octubre de 1904, después de tres años y medio de obras que empezaban a tejer las entrañas de roca de la isla de Manhattan. Entonces se llamaba sistema subterráneo de tránsito rápido alimentado con electricidad. La primera línea unía el Ayuntamiento, la estación de ferrocarril en la Calle 42 (Grand Central), Times Square, y de ahí subía por la calle de Broadway por el oeste hasta la Calle 145. Después, esa línea se fue extendiendo por el Bronx.

Realiza 6.800 viajes diarios y consume tanta electricidad como una ciudad de 300.000 habitantes

Los problemas de movilidad estrangulaban el crecimiento de una ciudad que contaba ya con 3,5 millones de habitantes. Un siglo después, con cinco millones más, nadie pone en duda que el metro lanzó a Manhattan hacia una época de expansión extraordinaria. La mayor parte del sistema fue construido hasta el año 1936.

Nueva York sería un caos sin el metro. La insinuación de la convocatoria de huelga por la sociedad que lo gestiona (MTA) hace temblar a Wall Street. Al año, sus túneles los transitan unos 1.400 millones de personas. Gasta la misma electricidad que una ciudad de 300.000 habitantes.

Pero el metro de Nueva York es mucho más que los 6.800 viajes que registra a diario, sus 468 estaciones o las 440 máquinas y 6.350 vagones que circulan en sus 28 líneas. Lo que da carácter y vida a su inmensa estructura de acero es que es un verdadero mundo subterráneo abierto, por dos dólares -precio del billete simple-, las 24 horas diarias, los 7 días de la semana y los 365 días del año a cualquier persona que lo quiera utilizar.

Broadway y Hollywood han reflejado durante décadas los cambios de la Gran Manzana tomando escenas de sus túneles y vagones. El metro ha dado vida a clásicos musicales como Take the A Train, de la Duke Ellington Orchestra, interpretada por Bette Roche en el filme Reveille with Berverly (1943), o el musical Subways are for sleeping (1962). En On the town (1949), Frank Sinatra y Gene Kelly son dos marineros que intentan pasar un buen rato en la gran ciudad y se quedan impresionados porque la gente se desplaza a través de "un agujero en el suelo".

El otro extremo del metro de Nueva York podría ser el de la película The warriors (1979), dirigida por Walter Hill, un drama urbano en el que se muestra una de las etapas más oscuras y peligrosas de la ciudad durante el periodo de las luchas callejeras, a finales de los años sesenta y ochenta.

En el mundo real, hoy en día hay mucha gente como Juan Castillo, que intenta ganarse la vida en los túneles del metro tocando charango y vendiendo sus discos, o NYC Flota Committee, un grupo de break dance, consigue unos 800 dólares si todo va bien. Junto a ellos pasan los ejecutivos encorbatados de Wall Street, que toman el metro para subir y bajar por la ciudad sin riesgo de quedar atrapados en un atasco.

Un tren del metro cruza Jamaica Bay, en Queens, con el perfil de Nueva York al fondo.
Un tren del metro cruza Jamaica Bay, en Queens, con el perfil de Nueva York al fondo.ASSOCIATED PRESS

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