Religiosidad popular musulmana
En EL PAÍS Andalucía del domingo 24 de octubre, Manuel Altozano informaba en un extenso artículo, "Ramadán en Andalucía", sobre la celebración de este mes por los musulmanes de nuestra tierra. Realizado con mucha profesionalidad y a pie de calle, el lector quedaba enterado de las distintas oraciones a lo largo del día y de los problemas laborales y sociales que se les planteaban a esos creyentes.
Sin embargo se dejaban atrás otras actividades que forman parte en los países islámicos mediterráneos en esas fechas: las fiestas nocturnas.
Inmerso desde hace siglos en la cultura popular, el Ramadán islámico -como la Cuaresma cristiana- contiene esos dos elementos unidos indisolublemente. Aquí a nadie le extraña que después de una celebración religiosa cuaresmal la hermandad en pleno se vaya a comer pescaíto, como allí es normal tener en la casa un salón de considerables dimensiones que, a lo largo del año, suele permanecer casi sin uso pero que está construido así para poder albergar las fiestas familiares y de amigos en las noches de Ramadán, parecidas a las que, hasta el final de la economía agrícola, solían celebrarse entre nosotros en los días de la Nochebuena (y siguen celebrándose en el ámbito gitano).
Creo que el desconocimiento de la religiosidad real de los musulmanes puede estar produciendo distorsiones que en nada van a ayudar a la convivencia, que está ayudando a consolidar una impermeabilidad cultural que, más pronto o más tarde, levantará guetos y ahondará el barranco interracial, puesto que esas fiestas seguirán celebrándose pero adquirirán un tono clandestino, como el de algunas bodas gitanas, por ejemplo.
Quizás habría que volver la vista a los años y la obra del Arcipreste de Hita. Allí es donde están "las Tres Culturas", en la mezcla de las fiestas y las oraciones de los unos y los otros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.