"Identificaciones desvergonzadas de un general atrabiliario"
"Estar con las familias", replicó ayer Bono al portavoz del PP, Eduardo Zaplana, es "estar con la verdad y, para eso, los muertos tienen que estar en su sitio. Y su sitio es donde quieran sus padres, sus hijos, sus madres, no donde ha querido un general atrabiliario que ha hecho unas identificaciones absolutamente desvergonzadas".
Con estas palabras indignadas se refería el ministro al hecho de que el general Vicente Navarro, jefe del equipo médico enviado a Turquía, ni siquiera tuviera en cuenta las alianzas, con la fecha de boda y el nombre de su esposa, que llevaban algunos fallecidos. "No se utilizaron", alegó, "datos e indicios que hubieran supuesto una identificación inmediata y sencilla".
El mismo día de la catástrofe algunos familiares avisaron de la existencia de estos anillos, pero no se les hizo caso. Precisamente, la disparidad entre los cadáveres que, según el acta de la fiscalía turca, llevaban dichas alianzas y las identidades asignadas en España permitió confirmar los errores, incluso antes de cotejar el ADN de sus parientes.
Ese acta, difundida en marzo pasado por EL PAÍS y El Heraldo de Aragón, reveló también que en el laboratorio de Estambul se guardaban muestras de los 62 cadáveres para realizar pruebas genéticas. Hasta entonces, Defensa siempre había negado la existencia de tales muestras, a pesar de que así se indica expresamente en el acta que firmaron los dos generales españoles. El documento, recordó Bono, está firmado también por un traductor que pagó el Gobierno español, por lo que los generales no podían alegar que ignoraban su contenido.
Según dicho acta, las autoridades turcas entregaron al equipo de Defensa 32 cadáveres identificados y 30 sin identificar, a los que estos asignaron un nombre en sólo 3 horas y 25 minutos. Erraron en todos los casos.
"Había prisa", dijo Bono. "Había un funeral esa tarde en Torrejón", agregó, citando el testimonio de uno de los médicos militares, "y los cadáveres tenían que estar". El ministro no acusó a su antecesor de dar la orden, pero leyó lo que Trillo-Figueroa dijo en junio de 2003 en el Congreso: "En el tanatorio de Trabzon, di las instrucciones necesarias a la delegación médica y al general Beltrán para que ultimasen el proceso de identificación y tramitasen con urgencia el regreso a España de todos ellos".
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