Romanticismo estilizado
En su ciclo de intérpretes, la fundación y revista Scherzo ha querido recordar a uno de los suyos, Domingo del Campo Castell, fallecido el pasado 25 de junio, y lo ha hecho publicando los comentarios al programa del pianista Luganski, con el que Del Campo habría disfrutado, pues se trataba de escuchar a un artista distinto la sonata Claro de luna, de Beethoven; dos nocturnos y la tercera Balada, de Chopin, y dos muestras significativas de Prokofiev, la Sonata nº 6, op. 82 y una selección del ballet Romeo y Julieta. Repertorio romántico expuesto por el moscovita Nicola Luganski (1972) con bastante menos carga sentimental y expresiva que sugiere su fotografía reflectante, de Xavier Lambours.
N. Luganski
Obras de Beethoven, Chopin y Prokofiev. Ciclo Scherzo, EL PAÍS, Inaem, Hazen. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de octubre.
La primera sonata es sin duda una de las más bellas entre las 32 de la fundamental serie beethoveniana, fue expuesta por Luganski con simple verbo, serena quietud -en el primer tiempo, Adagio- y brillantez no excesiva, sólo sugerida en algún momento rubato, del Presto agitato. Se trata quizá de un romanticismo más contemplado que asumido, como si el artista quisiera guardar distancias. El maravilloso Chopin de los Nocturnos y de la Balada nº 3 se benefició de esa ausencia de retórica y presencia de intimidad en la que el genio polaco sentó cátedra de originalidad y potencia de perduración. Fue, acaso junto a la propina de Mendelssohn-Liszt, el mejor momento de un recital que abundó en datos de calidad. Desde otro "ideal sonoro", Prokofiev sintetiza en el piano su vocación dramática tan evidente y ejemplar en su Romeo y Julieta o, desde una sustancia muy identificada y personal, construye y categoriza su visión de las formas clásicas, como es la Sonata. En resumen, un buen concierto que obtuvo una acogida más que favorable.
Babelia
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