Sergio Rodríguez exprime al Barça
La sensacional labor del base de Estudiantes hace más meritorio el triunfo azulgrana en la prórroga
Noticia en Vistalegre. Más allá del resultado incluso, de la meritoria victoria del Barcelona y de la entusiasta réplica de Estudiantes. Un chaval, de nombre Sergio Rodríguez, tomó posesión entre las estrellas del baloncesto español. Se manejaban ya magníficas referencias de este base de 18 años y 1,89 metros, figura del equipo español que ganó el Europeo junior el pasado mes de de junio. Pero era indispensable cotejar su calidad entre los grandes de verdad, observar como se ajustaba su juego a la horma imponente de tipos como Bodiroga, Navarro, Dueñas y compañía.
Sergio no pudo expresarse de mejor manera. Fue el revulsivo de su equipo, que sufrió de lo lindo en el primer tramo (26-36). Pero cuando él entró en la cancha y empuñó el timón, el Barcelona empezó a ceder, a verse tan descolocado como desbordado. La extraordinaria maquinaria azulgrana, con un Dueñas primoroso, tuvo que esperar a la prórroga para sacar adelante un partido que a punto estuvo de ganar, él solito, Sergio Rodríguez.
ESTUDIANTES 66 - BARCELONA 67
Estudiantes: Azofra (2), Loncar (7), Jiménez (12), Patterson (0), Garcés (15); Miso (4), Sergio Rodríguez (18), Vidaurreta (0) y Jasen (0).
Barcelona: Ilievski (12), Navarro (12), Bodiroga, (14), (Fucka(11), Dueñas (10); Trías (0), Drejer (3), De la Fuente (5) y Grimau (0).
Árbitros: Maza, Conde y Sánchez M.
Palacio de Vistalegre.14.500 espectadores. Los 40 minutos acabaron con empate a 56 puntos. Se disputó una prórroga en la que el Barcelona ganó por 10-11.
4º CUARTO
3º CUARTO
2º CUARTO
1º CUARTO
8-16
15-15
15-11
18-14
Su buen criterio a la hora de dirigir a su equipo, su descaro a la hora de enfilar camino de la canasta adversaria, su buena mano, la rapidez de primera zancada cuando arranca -recuerda ligeramente a Raúl López-, su excelente mano -una virtud que parecía olvidada por los bases españoles-, su lectura del juego y su capacidad para asistir a sus compañeros convierten a Sergio Rodríguez en el jugador más atractivo en estos momentos de la Liga ACB, de largo.
Anotó 18 puntos, pero lo mejor es que los convirtió cuando su equipo ya no encontraba forma de darle réplica al Barcelona, que dominaba a pesar de un hecho insólito: llegado el minuto 37 no había lanzado ni un tiro libre. El dato habla por sí sólo de lo mucho que intimidó la zona defensiva de Estudiantes y también la evergadura de Garcés, plantado en el centro de la botella. Sin embargo, los cañoneros de Estudiantes fallaron lo indecible. Su paupérrimo 10% de acierto en los triples, con dos canastas en 20 lanzamientos, condenó a su equipo. Pero no fue sin que el Barça sufriera hasta la agonía. Todo porque Sergio Rodríguez se empeñó en que así fuera. El balón quemaba por entonces. Se acercaba el final y la igualdad hacía casi decisiva cada acción. Un momento en el que los júniors suelen dar gracias por los minutos que se les ha permitido jugar y se van a aprender desde el banco. No fue el caso. Al contrario. Sergio Rodríguez tomaba el balón, lo quería, lo mimaba, estudiaba la defensa del Barcelona y la descerrabaja una y otra vez.
Tan clamoroso fue el pulso Sergio-Barça que sus compañeros le entregaban la pelota una y otra vez para que fuera él quien se la jugara. El técnico azulgrana Joan Montes, muy perspicaz, no dudó en asignarle un defensor para que le presionara arriba y otro, Ilievski, para que tomara el relevo cuando rebasaba el centro de la cancha. Dueñas, Navarro, Ilievski, a cada canasta azulgrana, contestaba Sergio Rodríguez. Hasta que, ya en la prórroga, Iturbe y Loncar desperdiciaron los últimos cartuchos y el Barça sentenció un partido del que quedará el recuerdo de la enorme actuación de Sergio.
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