La tacañería marca al Depor

Por exceso de confianza o por defecto de fútbol, el Deportivo de Javier Irureta administró sus fuerzas con una tacañería insoportable frente al precavido Getafe de Quique Flores. Precavido es poco: se dio con un canto en los dientes el equipo madrileño por no salir goleado de Riazor y ni la molicie blanquiazul ni un resultado adverso desde el cuarto de hora le apeó de su prehistórica propuesta. Como los de Irureta tampoco le encontraron gracia alguna al encuentro, el duelo se resolvió por la vía del error: el de Sergio Sánchez en el primer gol y el de Pernía en el segundo, que dieron la victoria al único que la buscó. Eso sí, con cuentagotas.

En dos jornadas, el Deportivo se ha reconciliado con los resultados y con la clasificación, en la que ya asoma la cabeza, pero ni de lejos con el fútbol, que ayer aplastó el entusiasmo del más fiel de sus aficionados. Se le ve chafado y fatigoso, como si hubiera envejecido de golpe un puñado de años. El balón ha pasado a convertirse en un enemigo, por lo que estos partidos frente a conjuntos que lo ahuyentan se convierten en incómodos compromisos para sus desmotivados futbolistas. Vivir de errores, como hizo, no alcanza para evitar las angustias, que sobrevolaron el estadio cuando Cotelo acortó distancias al final.

Sólo el chispazo de Sergio, que puso por delante al Deportivo, sacó al partido de la modorra de la primera mitad. Y a duras penas, porque la elaboración fue tan insustancial como el esfuerzo de Sergio Sánchez, que se quedó clavado. De manera intrascendente, Valerón le dio la pelota al centrocampista catalán, liberado de marcaje a un puñado de metros de la frontal del área, y su disparo, ni muy fuerte ni muy colocado, entró chirriando en la portería getafense. El resto hasta el gol de Víctor fue un tostón prescindible del que salió tan mal parado el prestigio del Depor como los argumentos del recién ascendido cuadro de Flores, reducido a un simple ejercicio de voluntarismo.

Si algún jugador resume el estado anímico del Deportivo se trata de Valerón, que ha dejado de iluminar el fútbol de su equipo para contagiarle sus tinieblas. El canario resume mejor que nadie lo que ahora es el Depor: un grupo melancólico que no encuentra por dónde hincar el diente a los partidos. A Irureta no se le escapó el detalle y sacrificó a Valerón para probar la veteranía de Fran en el enganche con la delantera. El efecto fue inmediato porque al rato encontró el Depor por la banda izquierda, en la que se acomodó Luque, el camino del segundo gol. Pero, si Sergio Sánchez protagonizó el primero, Pernía lo hizo en el segundo, en el que se dejó avasallar por Víctor en el área pequeña para que rematara un balón largo enviado por Capdevila y desviado por Yanguas. El tanto acabó por resultar definitivo porque, a poco que apretó el Getafe, encontró la portería de Molina, aunque ya sin tiempo para arreglar lo que tanta precaución había desperdiciado.