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Columna
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PP 'glamour'

Desde luego, se va una de puente (que era la Hispanidad y eso hay que celebrarlo; en mi caso, abriendo camino a Moratinos y, en coherencia con nuestro pasado colonial, el destino turístico fue Tánger: una avanzadilla) y, cuando vuelve, entre la batalla de Madrid y el polémico desfile de las Fuerzas Armadas, se encuentra con la casa hecha una jaula de grillos. Menos mal que, como lectura de viaje, me llevé el Manual de la perfecta petarda (Odisea Editorial, 2004), escrito o perpetrado por Diossa (Didí Escobar), media naranja, ácida, del dúo de humoristas que forma con Malizzia y que desde hace años reina en los escenarios y los platós del cabaré nacional. Menos mal, digo, porque en este libro, prologado por una entrevista de la propia Diossa a la petarda perfecta que es Alaska y presentado la semana pasada por los periodistas Vampirella y Leopoldo Alas (cada uno en su estilo, petarda donde las haya), puede leerse un capítulo titulado 'Un mitin con mucho glamour' que aporta interesantes claves para comprender cualquier crisis política, incluida (sobre todo) la crisis madrileña, y sirve de inspiración para las (sospechamos) crisis por venir. Diossa explica que su compromiso con los electores le ha llevado a crear un partido hecho a la medida (como buena petarda, todo modistas, nada de prêt-à-porter): "Sí, tras pensarlo detenidamente durante un rato en que me estaba pintando las uñas, he llegado a la conclusión de que la única que puede llegar a salvar este país soy yo. Yo y mi gabinete, que va a ser permanentemente un gabinete de crisis, que suena tan dramático, tan teatral, ¡me encanta! Es que soy una drama-queen, me va lo trágico, lo rebuscado, lo melodramático". Y una no puede dejar de establecer una melodramática correspondencia entre el partido de Diossa y ese otro partido llamado PP (¿tarda?), que se precipita a su congreso regional con todos los grillos de la jaula pintándose las uñas. "Un partido unido, renovador e integrador", como lo describe Esperanza Aguirre, y así se demostró ayer: prietas las filas como en el desfile castrense, pero sólo los de la División Azul, azul marino.

Alberto Ruiz-Gallardón, ese grillo que quiso ser Pepito en el reciente XV Congreso Nacional de la mencionada formación, había descartado liderar una candidatura a la presidencia del PP madrileño, pero aspiraba a competir con Esperanza, esa drama-queen, con una lista que él calificaba de centrista y liberal, más a tono, pretendía, con la línea marcada por Rajoy en el susodicho encuentro de altísima costura. Se equivocó Gallardón, porque el PP, de centrista, nada. Y si se hubiera leído el Manual de la perfecta petarda sabría que liberal, tampoco. Porque partido liberal, lo que se dice liberal, el de Diossa, el RIMEL (Reunión Independiente de Mujeres Especiales y Liberales). ¿Pertenece al RIMEL Esperanza, esa mujer tan especial, esa mujer tan tan liberal, tan tan autocrítica? Yo diría que sí, y si no, vean: asegura Ella que su partido es "renovador", lo que coincide plenamente con el eslogan del RIMEL, que reza: "¡Pestaña va bien!". ¿A qué les suena? De lo que se deduce que Esperanza y Gallardón coincidían, entre sí y con Diossa, mucho más de lo que parece, pues lo que aquél venía a proponer es lo que esta última proclama como imprescindible en un partido: glamour. Y, renovadas aquellas ministras del PP que, según Diossa, "parecían pastores rumbo al portal de Belén", cuánto glamour político nos está ofreciendo en Madrid este partido. Esto parece la Pasarela Cibeles, lástima que aún no se haya mudado el alcalde al Palacio de allí. A saber: tuvo muchísimo glamour la forma en que la presidenta de la Comunidad ganó las elecciones autonómicas, aquello del transfuguismo que el PP denomina "segunda vuelta"; tiene muchísimo glamour que Acebes amenace a los que se salen de la fila; tiene muchísimo glamour que Esperanza diga que quiere a Alberto "como una hermana mayor"; tiene muchísimo, muchísimo, glamour que los suyos acusen a Gallardón de perderse con "malas compañías"; tiene un glamour tremendo que la cúpula aznarista le deba una alcaldía que no quería y ahora lo dejen tirado.

A mí me da una risa tremenda asistir a los tumbos del PP. Pero es que yo soy una petarda y creo que Diossa olvidó incluir en su Manual una máxima que se ajusta a su partido y al otro: "Cuando el dinero sale por la puerta, el amor escapa por la ventana". El desamor del PP: qué glamour.

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