_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

En libertad

A la lucha de las mujeres contra los malos tratos se le pueden poner muchos nombres. Los primeros, sin duda, los de todas las mujeres que han caído víctimas del machismo criminal, ellas primero, las que han caído y las que, lamentablemente, siguen cayendo. Y después, los nombres de todas las mujeres que han trabajado sin descanso hasta conseguir que la violencia de género haya podido ser considerada por los hombres en el poder como asunto de urgente solución. Ha costado años de lucha feminista. Entre esas mujeres, sin duda ha estado la consejera de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, Micaela Navarro. Y sigue. Después de haber peleado por una ley mientras permaneció en la Ejecutiva socialista en Madrid, vino a Andalucía con la misma fijación y prácticamente en el momento de tomar posesión de su cargo de consejera anunció la intención de sacar adelante en Andalucía una Ley Integral contra los malos tratos como la que impulsó desde la Ejecutiva socialista. Empieza a andarse el camino con la creación de un grupo de trabajo en el Parlamento andaluz.

Hay que saber exactamente, para empezar, la situación en Andalucía y para ello comparecerán ante ese grupo todos y todas las que tenga datos que aportar. Es posible que a muchos estas cosas le parezcan menores, que consideren que leyes como esa contra la violencia de género o la del matrimonio de homosexuales sean asuntos menores y, sin embargo, son leyes como esas las que contribuyen a hacer sociedad democrática y libre. Si los homosexuales tienen reconocidos sus derechos, o las mujeres se sienten amparadas contra los malos tratos, por la ley, todos ganamos. Es posible que muchos que consideran que lo que no le pasa a la mayoría no le pasa a nadie se sientan incómodos y piensen que se gastan energías en asuntos de importancia menor; es posible y sin embargo sólo se siente protegida la mayoría, aunque uno a uno cada individuo sea incapaz de verlo, cuando son reconocidos los derechos de las minorías, cuando la igualdad es ley y cuando la libertad es derecho de todos y cada uno los ciudadanos. Una ley contra la violencia de género es una ley para la libertad. Para la libertad de vivir, nada menos y más aun, la libertad de vivir en libertad. Y sin temor. Nada menos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_