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Columna
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Ritmos voraginados

En la galería bilbaína Catálogo General exponen conjuntamente tres artistas nacidos en Bilbao en 1964. Ellos son Ain-tzane Arteaga, Txus Meléndez y Luis Candaudap. La primera presenta escultupinturas, realizadas en madera, fieltro y acrílico. Sus trabajos evocan el mundo de las marionetas. El segundo está adscrito a la técnica del traslapo. El traslapo viene de traslapar (cubrir total o parcialmente una cosa con otra). Una de las obras expuestas ha sido ejecutada al unísono por el propio Meléndez y el tercero de los artistas, Luis Candaudap.

No obstante, una obra se erige como atracción máxima del ámbito expositivo. Lleva la firma de Candaudap. Se trata de una pieza en acrílico de gran fomato ( 195 x 360 centímetros). Mas no es por el tamaño por lo que destaca, sino por la riqueza de los entrecruzamientos de planos y los ritmos voraginados de las líneas y contralíneas.

Cada vez que la vemos aparecen nuevas y sorprendentes relaciones, ya por el juego de formas (líneas y luces perfectamente enhebradas), ya por el uso del color. Sobre su imponente fondo, asistimos al nacimiento de cada centímetro cuadrado rico en matices, donde las luces son creadoras de volúmenes esplendentes. Las sútiles líneas delimitan esos volúmenes con acuciosa nitidez. La sobriedad de los colores hacen causa común con los volúmenes, luces y líneas. Una vez el artista había concluido esa suma de elementos con acierto sumamente interrelacionado, en el centro del cuadro introduce algo así como un boquete -o ventana abierta- donde corretean por él una serie de ritmos trazados al desgarro. Contrasta este desgarro con el refinamiento ejecutor de la otra parte. Puede añadirse que esta aventura rítmica le insufla al todo un clima muy sugerente. Hay ingerencia, al tiempo que esa ingerencia se torna enormemente necesaria para dar redondez a la totalidad.

En la galería Vanguardia (Bilbao, calle Alda. Mazarredo, 19), expone el artista noruego, residente en Berlín, Olav Christopher Jenssen (1954). Los cuadros de pequeño formato están pintados al óleo, en torno a formas abstractas, con un delicuescente predominio de los blancos. De los dos acrílicos grandes destaca el que lleva en su centro una forma en espiral. Las piezas donde se recogen soplos aforísticos de raíz poemática en español se quedan en cosa menor visualmente.

Queda en nuestra memoria el vivo recuerdo de la obra de Candaudap. La pieza dignificaría a cualquier museo que se precie.

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