Otra vez será
No pudo ser. A El Cid se le volvió a escapar la puerta grande. Esta vez no lloró, pero se marchó del coso venteño desencajado por tanta contrariedad. Y es que El Cid es un torero sereno, honesto y de una profundidad sin igual en el actual escalafón. Lo demostró en su primera faena. Pisando los terrenos de un toro, que resultó lo más potable de la tarde, arrancó naturales ligados, en el sitio, cruzándose. Sacó lo mejor del animal, de embestida descompuesta, y demostró una vez más que es un torero a carta cabal. Se le premió con una oreja, pero no pudo hacer nada más con el borrego, sobrero de sobrero, que estaba infamemente afeitado.
Se enrabietó ante la imposibilidad de rematar el triunfo. El público le animaba cariñosamente, pero le pedían por favor que diera carpetazo a tan indigno animal.
Núñez del Cuvillo / Cepeda / Cid / Marín
Cuatro toros de Núñez del Cuvillo, dos rechazados en el reconocimento. 1º, 3º devueltos por inválidos; noble el 2º. Dos toros y sobrero de Joselito-M. Arranz, de trapío justo; uno fue devuelto. Más dos sobreros de Ramón Sánchez Flores, borregos, mansos, sin trapío; uno descaradamente afeitado. Fernando Cepeda: media estocada contraria, 1 descabello (aplausos en el tercio); estocada caída (aplausos desde el tercio). El Cid: estocada tendida (oreja); un pinchazo y estocada desprendida (silencio); Serafín Marín: estocada caída (silencio); estocada desprendida (aplausos desde el tercio). Las Ventas, 10 de octubre. 4ª de abono. Casi lleno. Presidió el festejo Juan Lamarca.
Fue una tarde de mucha torería. Fernando Cepeda sorprendió por su decisión, por su arrojo. Venía con aire renovado. Demostró una vez más que su capote es uno de los mejores. Seis verónicas más dos medias inmensas levantaron a la afición del asiento. Estuvo entregado en la muleta de su primero, que resultó ser reservón. No le quitó el trapo de la cara. Dudaba en algunos instantes y se llevó un puntazo. En su segundo toro, nobletón, vio claro que tenía que torear con la izquierda, pero la abandonó rápido. No se acopló con el animal, quedándose a mitad de pase, no corriendo bien la mano. La afición tomó nota de su entrega y le pidió que saludara.
El peor lote se lo llevó Serafín Marín. Logró a duras penas que su primer manso se desplazara, y lo dio todo en el último. Valiente, intentaba sacar algo del borrego sin paliativos. Lo que obtuvo fueron dos revolcones serios. No merecía arriesgar tanto con tan descastada materia. Así se lo hicieron saber, a pesar de que porfiaba una y otra vez.
Lo de los toros fue para llorar. El reto estaba en hacer la ficha de este festejo. Tres hieros. Tres toros en dos horas. Sobreros de sobreros, inválidos y borregos. Sin trapío, mansos y descastados. Y a alguno le habían hecho limpieza de cutis.
El mozo de toriles, el mozo de los carteles y el mayoral no dieron abasto. Se ganaron la nómina. Los empresarios que se van han hecho limpieza de corrales y de ganaderías, además de caja. La Comunidad de Madrid, propietaria de la plaza, tiene ahora la decisión y la obligación de que el nuevo gestor sepa y exiga.
¡Por favor!
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.