"Un cambio sin traumas"

Ya se sabe, el corazón tiene razones que la razón no comprende. Una multitud colmó ayer el campo del River, por primera vez en lo que se lleva de las eliminatorias suramericanas a la Copa del Mundo, para ver ayer el triunfo de Argentina sobre Uruguay por 4-2 en uno de los clásicos más antiguos del fútbol mundial. Antes de jugar, el equipo argentino entrenado ahora por José Pekerman, el mítico formador de juveniles que hace menos de un mes asumió la conducción tras la sorpresiva renuncia de Marcelo Bielsa, encontró cariño, protección y cobijo en ese rincón de la gente donde se escriben los tangos y el cariño es para siempre. La multitud le recibió con un coro emocionante: "Y ya lo ve/ y ya lo ve/ es el equipo de José".

Estaba claro, más que nunca, que el desencuentro era con Bielsa. Quedó para siempre sin resolver la duda de si en este partido le hubieran reconocido finalmente después de la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos, el único título que Argentina no había conseguido nunca. Con su imprevista despedida, Bielsa dejó en claro que no deseaba un abrazo de conveniencia promovido sólo por los buenos resultados. Quería que le entendieran y respetaran de verdad. No pudo ser. El "capo" de la AFA, Julio Grondona, concedió entonces al reclamo mayoritario de los hinchas y montó la farsa de una oferta a Carlos Bianchi para que el sonoro "¡no!" del entrenador que más títulos conquistó en el fútbol argentino se escuchara en todo el país.

Así llegó Pekerman al cargo, por descarte. Es "un hombre de la casa", como le considera Grondona. Con los juveniles argentinos, a los que comenzó a entrenar en 1994, ganó tres mundiales sub 20, además de títulos con los sub 23 y los sub 17. Veinte de los jugadores actuales pasaron por los equipos de Pekerman. Esteban Cuchu Cambiasso, ex centrocampista del Real Madrid, actualmente en el Inter, debutó a los 14 años con los sub 17 y tiene ya 77 partidos internacionales con Argentina.

¿Qué se va a modificar ahora en el juego de Argentina? Algunos cambios en la formación frente a Uruguay fueron obligados por suspensiones o lesiones. Del equipo que hace poco más de un mes venció en Lima a Perú por 1-3 sólo estaban ayer el portero Abbondanzieri y los defensas Coloccini, Heinze y Zanetti. Dos partidos de suspensión dejaron fuera el Kily González, uno a Mascherano, D'Alessandro y Tévez; que estarán disponibles el miércoles cuando Argentina deba enfrentar a Chile, en Santiago. No fue convocado César Delgado y el otro extremo habitual, Mauro Rosales, padece de un desgarro muscular. Samuel reemplaza a Gabriel Milito y regresan Cambiasso, Riquelme y Maxi Rodríguez, tres de los jugadores siempre titulares en los juveniles.

"Será un cambio sin traumas", dice el nuevo entrenador. Pekerman se declara "hincha de Bielsa", propone mantener la misma base de jugadores, el estilo en el que resalta la vocación constante de ir al ataque, y "mejorar" aquello que en algunos partidos era un problema evidente. Para Bielsa, los jugadores debían adaptarse a un sistema. Para Pekerman, los jugadores determinan el sistema en cada ocasión.

Y hay uno en particular que simboliza la diferencia: Riquelme. Con Pekerman será titular, Bielsa no sabía dónde ponerle porque sus desplazamientos, aparentemente lentos, su natural vocación de sobar, retener el balón, no se ajustaban al ritmo de vértigo que pretendía imponer al equipo. Pekerman valora de Riquelme la inteligencia para "leer" el juego, hacer la pausa y abrir variantes de ataque, sus asistencias, su pegada, sus cambios de frente. Todo eso que los aficionados argentinos llaman "la nuestra" y saborean con "paladar negro". Esos motivos del corazón que la razón de Bielsa no lograba entender.