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Reportaje:FÚTBOL | Fase clasificatoria para el Mundial 2006

Un galés que triunfó en el país vecino

Mark Hughes, el seleccionador de Gales, se mide a Inglaterra en Old Trafford, su segunda casa

Jordi Quixano

Gianluca Vialli fue su mentor. El italiano, cuando accedió al banquillo del Chelsea en 1997 en detrimento de Ruud Gullit, le impulsó a sacarse el carné de entrenador. País de Gales, entonces, quiso recuperar a su hijo pródigo, Mark Hughes (1963), pues le ofreció en 1999, a pesar de que aún jugaba en el Southampton, las riendas de la selección. Después de cinco años, Hughes dirigirá su penúltimo partido con Gales -en el tercer encuentro valedero para la clasificación del Mundial de 2006- contra su eterno rival, Inglaterra. El escenario será Old Trafford, el estadio que durante tanto tiempo le veneró.

La rivalidad deportiva entre estos dos países vecinos no se puede entender sin tener en consideración el rugby. Mientras que en Gales, era el deporte practicado por la clase media y los mineros, en Inglaterra, lo practicaba la clase elitista. Hoy, las aficiones trasladarán la rivalidad y sentimientos al campo de fútbol. También emergerán muchos sentimientos en Hughes, ya que su debut internacional coincidió con el último Gales-Inglaterra y con su primer gol con la selección, el de la victoria.

Hughes empezó a jugar al fútbol en las calles adoquinadas de Wrexham, su ciudad natal. Pero su madre, Jenny, lo envió cuando tenía 12 años a la escuela de Ysgol Rhiwabon (Ruabon). A los 14, el Manchester United lo fichó. No se equivocó Syd Owen, el entrenador de los juveniles, al reconvirtir a ese fornido centrocampista en delantero. En 1984, Hughes marcó once goles con el primer equipo y relegó al banquillo a Alan Brazil. Al año siguiente, fue elegido como la revelación de la Premier. Había nacido Sparky (apodo que le puso la afición porque sus acciones eran como chispas, como un relámpago). En 1986, el Barça pagó cerca de 2,5 millones de euros por él. Pero su paso por el club azulgrana fue un fiasco; al cabo de una campaña lo cedieron al Bayern de Munich, donde tampoco triunfó.

Hasta que, en 1988, Alex Ferguson se lo llevó de nuevo a Old Trafford. Allí recuperó el prestigio perdido y saldó su cuenta pendiente con el Barça, cuando en la final de la Recopa de 1991 le endosó dos goles. Además, fue elegido el mejor jugador de la Premier en 1989 y 1991. Más adelante peregrinó por el Chelsea, Southampton, Everton y Blackburn Rovers, donde se retiró a los 39 años.

Precisamente, ahora divide -a falta de los dos encuentros que le restan como seleccionador- su presencia en los banquillos de Gales y el Blackburn. La afición del club inglés le ve con buenos ojos por la ambición que ha demostrado con Gales -ganó a Italia a domicilio y alcanzó la repesca del Europeo-. Hoy, el estadio y el país que le adoptó, mirará con recelo al equipo del hombre que tanto veneró.

Mark Hughes.
Mark Hughes.

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