Necesitamos una Casa de las Lenguas
Si a usted le interesa el arte, en todas las grandes ciudades del mundo podrá encontrar una galería de arte. Si le interesa la historia natural, no le costará mucho encontrar un museo de ciencias naturales o visitar un parque zoológico. Si lo que más le interesa es la ciencia y la tecnología, seguro que, no muy lejos, tiene un museo de la ciencia. Pero si le interesa el lenguaje y las lenguas del mundo, ¿adónde puede ir?
El mundo no tiene un gran equipamiento público que exponga la riqueza, la diversidad y la historia del lenguaje humano. No existe ningún museo, exposición o galería dedicados exclusiva y permanentemente a explicar qué es el lenguaje, cómo funciona y cómo se usa. Sin embargo, es la lengua lo que nos hace humanos, lo que determina nuestra identidad, lo que nos permite comunicarnos. Es un tema de conversación cotidiano, tanto si se habla de palabras nuevas, de qué nombre se le pondrá al niño o de los cambios en la gramática y la pronunciación. ¿Cómo hemos podido ignorarlo durante tanto tiempo? ¿Por qué lo continuamos ignorando?
Imagínese que no hubiera modo alguno de descubrir las plantas del mundo, de verlas expuestas y explicadas en un marco especializado; que no hubiera jardines, ni museos de ciencias naturales, ni conservadores con conocimientos de botánica. ¡Qué gran pérdida para todos nosotros y en especial para nuestros hijos! Pero esto es lo que pasa con las lenguas. Si mi hija me hace alguna pregunta sobre las lenguas, ¿adónde puedo llevarla para mostrarle sus maravillas y encontrar respuesta a sus preguntas? A ningún sitio.
¡Hay tantas preguntas fascinantes!: ¿cómo aprenden a hablar los niños?, ¿en qué lugar del cerebro se encuentra el lenguaje?, ¿cuál es el origen del habla?, ¿cómo funciona el aparato fonador?, ¿de dónde proceden los alfabetos?, ¿por qué cambian las lenguas?, ¿tienen algún significado los topónimos?, ¿cómo está afectando Internet al lenguaje? En el mundo existen unas 6.000 lenguas y cada una de ellas tiene algo único que contar. Algo apasionante, además, porque la mitad de esas lenguas están en peligro de extinción y hay que actuar urgentemente para documentarlas y, en muchos casos, salvarlas.
El mundo necesita un Parque Temático de las Lenguas, una Casa de las Lenguas, una Galería de las Lenguas. El nombre es secundario. Necesitamos un lugar -muchos lugares- al que podamos acudir para aprender sobre los aspectos lingüísticos que nos rodean, para hallar respuesta a nuestras preguntas y para hacer nuestra aportación al patrimonio lingüístico de este planeta.
Después del Año Europeo de las Lenguas, celebrado en 2001, el clima es propicio para que este proyecto se haga realidad. El siglo XXI ha visto renacer el interés por las lenguas, sobre todo en una Europa cada vez más multilingüe. ¿Cuál será la primera ciudad que le ofrecerá una sede? El lugar ideal sería una que ya hubiera acogido grandes exposiciones, donde hubiera un espacio físico disponible, que tuviera expertos en la materia y que fuera consciente de la importancia de las identidades lingüísticas. Hay una ciudad que sobresale. ¿Experiencia? Tuvo un Fórum con una exposición dedicada a las Voces. Tiene un amplio espacio que espera nuevos usos. Tiene una organización, Linguapax, dedicada a las lenguas. Y tiene un entorno sensible a la influencia capital que ejercen las lenguas -en este caso el catalán y el castellano- sobre la identidad local y nacional.
¿Adivinan de qué ciudad se trata?
David Crystal es catedrático emérito de Lingüística de la Universidad de País de Gales.
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