Eduardo Hernaz, fundador de Disminuidos Físicos de Aragón
El pasado lunes murió en Zaragoza Eduardo Hernaz, pionero en la lucha por los derechos de los dicapacitados y fundador de Disminuidos Físicos de Aragón, una asociación que hoy cuenta con 15.000 socios y una plantilla de más de 750 empleados, y cuya labor se extiende en más allá de la comunidad hasta Madrid, Castilla y León y Castilla-La Mancha. Hernaz, de 46 años, estaba casado, tenía una hija y un equipaje de luchador armado desde hace años. Una complicación tras una intervención quirúrgica apagó su vida y causó una honda impresión en la sociedad aragonesa.
Eduardo nació para reivindicar, para poner el dedo en la llaga o apostar la silla de ruedas en un bordillo alto, un obstáculo en el camino o el acceso a lugares vetados para quienes no caminan a paso ligero. En tiempos políticamente poco correctos, a finales de los setenta, hace ya 27 años, cuando importaba más la lucha por las libertades que el sentido de la palabra, desde Zangalleta, a pata coja, la revista que Eduardo y un grupo de amigos editaban, apenas 50, se hablaba de derechos, de barreras arquitectónicas, de discriminación, de agujeros en todos los sentidos, de un colectivo de personas que no eran invisibles. A Eduardo la polio le dejó discapacitado -"más menos válido" como decía él- desde los tres meses, eran años en los que había pocas posibilidades para gente como él. Pero Eduardo era un batallador, el bastón era su apoyo, su voluntad. Campamentos de verano para niños con sillas de ruedas o con bastones, subidas al monte, el empeño de demostrar que eran tan válidos como muchos. Con un sentido del humor a prueba de bombas, amante de la música, hacía de DJ en ocasiones, Hernaz era un investigador de las posibilidades que da la vida y un convencido de que todo es manifiestamente mejorable. En auto-stop se fue a Holanda en el año 78 para ver si era cierto que allí los disminuidos tenían derechos como el resto de las personas. Con tesón fundó la asociación, soñaba con un instrumento para integrar a los disminuidos en la sociedad. De hecho, su lucha era por ellos y eran presencia activa en las reivindicaciones de los aragoneses, desde la lucha por la democracia o su presencia en las protestas colectivas de los aragoneses.
En 1977 se inaugura la primera sede y en 1978 Eduardo Hernaz Gracia fue nombrado presidente de DFA. Estuvo 20 años, y actualmente era secretario de la junta directiva. El lema de disminuidos habla de su pensamiento "la discapacidad nace de la mirada del otro".
Su red de centros, los servicios que prestan su batalla incansable, es su mejor legado. La asociación ha logrado numerosos premios: en 2001, el Premio Reina Sofía de Rehabilitación e Integración, y la Cruz de Plata de la Orden Civil a la Solidaridad; en 2000, la Medalla de Oro de Isabel de Portugal; en 1998, la infanta Cristina pone en manos de DFA el Premio IMSERSO 98, y el 23 de abril del 1996, la Medalla a los Valores Humanos del Gobierno de Aragón.-
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