Rodney Dangerfield, un cómico que buscaba respeto
Rodney Dangerfield, el cómico barrigón y de ojos saltones cuya triste y pegadiza frase "Nadie me respeta" le catapultó a la fama y le convirtió en figura de culto, murió en un hospital de Los Ángeles. Tenía 82 años. La causa de la muerte fueron complicaciones surgidas tras la operación de implante de válvulas en el corazón del pasado mes de agosto, según su portavoz, Kevin Sasaki.
La gran oportunidad de Dangerfield llegó en 1967 cuando, a los 44 años y siendo relativamente desconocido, consiguió un puesto en The Ed Sullivan Show. Intercalando sus frases lúgubres en su prosa de perdedor, "Todo me sale mal", se convirtió en invitado favorito en programas de presentadores como Steve Allen, Joey Bishop, Joan Rivers, Dean Martin, Johnny Carson y Merv Griffin.
Con un traje arrugado y aflojándose permanentemente con una mano el nudo de su característica corbata roja, Dangerfield aparecía en escena como un hombre de la calle desafortunado, con mala opinión de sí mismo, abofeteado por la vida y que buscaba en vano ser aceptado. Era un papel del que tenía cierta experiencia fuera del escenario, pero para la audiencia era una carcajada tras otra, por historias como éstas: "Yo era un niño feo. Una vez me perdí en la playa y le pregunté a un guardia si me podía ayudar a encontrar a mis padres. Él dijo: 'No sé. Pueden haberse escondido en muchos sitios". O como ésta: "Mi club de admiradores se ha disuelto. El tipo se murió". O "La semana pasada se incendió mi casa. Mi mujer les dijo a los niños: 'No hagáis ruido, que vais a despertar a papá". O "Yo era feo, muy feo. Cuando nací, el médico dio una bofetada a mi madre".
Su popularidad crecía constantemente y en 1969 abrió su propio club de la comedia en Nueva York. Con su propietario como invitado principal, Dangerfield's, en la Primera Avenida con la calle 61, pronto se convirtió en uno de los lugares más frecuentados de la ciudad. En 1972, después de ver El padrino, de Francis Ford Coppola, enfocó su número desde un nuevo ángulo. "Sólo se oía la palabra respeto", recordaba. "Tienes que respetarme, o 'Respétale'. Me dije: es una imagen divertida, la de un tipo al que nadie respeta. Puede que escriba un chiste a ver qué tal". El cambio en su número fue sutil, pero tuvo una resonancia en sus admiradores que excedió con mucho a sus expectativas. Se estableció así su imagen del perdedor por antonomasia y, durante las décadas siguientes, a través de sus grabaciones humorísticas y actuaciones en clubes nocturnos, películas y televisión, se convirtió en uno de los humoristas más famosos del país.
El primer álbum humorístico de Dangerfield, No respect, obtuvo un premio Grammy en 1981. En 1984, su canción Rappin' Rodney, una de sus grabaciones más populares, incluía estos versos: "Me estoy haciendo viejo. Es difícil de afrontar. Durante el sexo pierdo mi lugar. Entrecot y sexo, mis dos cosas favoritas. Ahora las dos me las ponen igual: muy crudas". Actuó en más de media docena de especiales de humor de HBO y apareció más de setenta veces en Tonight show, de la NBC. En sus personajes de película a veces le asignaron papeles opuestos a su tipo. En Back to school (1986) era un rico empresario que se matricula en el colegio de su hijo.
Rodney Dangerfield -su verdadero nombre era Jacob Cohen, pero el dueño de un club nocturno le sugirió el nombre de Rodney Dangerfield- nació en Babylon, Nueva York, en Long Island, en 1921. La prematura muerte de su padre, humorista de vodevil, y el haber sido criado por una madre que él describía como dominante contribuyeron a una infancia problemática y brotes de depresión que, según contó después, habían exigido visitas regulares al psiquiatra durante toda su vida. Antes de cumplir los veinte, Dangerfield llevó sus chistes al escenario. Comenzó como camarero cantante y humorista con el nombre de Jack Roy en un club nocturno de Brooklyn, y después fue rebotando por tugurios de mala muerte de Staten Island, el Bronx, y Bayonne, Nueva Jersey. Después de una experiencia particularmente humillante en un hotel de Catskills a principios de los años cincuenta se retiró del negocio del espectáculo. "Para que te hagas una idea de lo bien que me iba cuando lo dejé", recordaba más tarde, "yo fui el único que se enteró de que lo había dejado". El paréntesis duró más de doce años, en los que empezó a trabajar como vendedor de pinturas y pintor de brocha gorda.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.