Aparece Riquelme y el Villarreal gana su primer partido

Lo mejor de uno y lo peor de otro salió a relucir ayer en El Madrigal. El Villarreal hizo las paces con el gol, mantuvo su contundencia defensiva y logró la primera victoria del curso. El Zaragoza cayó víctima de sus errores defensivos, los mismos que viene arrastrando desde el comienzo de la temporada, maquillados con el acierto ofensivo. Ayer no fue tan prolijo en ataque y pagó su condena. Apareció el intermitente Riquelme, Forlán encontró el premio a su trabajo y los demás compañeros hicieron bien su trabajo.

Al Villarreal le está costando alcanzar el gol en los primeros partidos de la temporada. Marca los ritmos, controla el juego, domina al rival y descubre pasadizos por los cuales se adentra en la cueva rival. Todo, con ritmo pausado, propio de la escuela suramericana. Y ahí el principal intérprete es sin duda Riquelme, en cuya maleta va todo: lo bueno y lo malo, lo genial y lo absurdo.

Andaba el Villarreal como últimamente viene mostrándose en los principios: altivo y arrollador, masticando las acciones en demasía, pasando posteriormente a un bajón en su juego y de ahí a las dudas tras un par de ocasiones de oro del Zaragoza. Entonces surgió Riquelme, el genio, al final del primer acto para lanzar un saque de esquina sin buscar a nadie, directamente a gol como sucedió tras tocar ligeramente en Álvaro.

El tanto en contra vino a demostrar los problemas que el Zaragoza está teniendo en defensa. Ayer podría tener cierta coartada con las ausencias por lesión de Milito y Cuartero, aunque más que un problema de nombres o de hombres, se trate de actitud y concentración. Hasta el momento, la impericia defensiva del Zaragoza está siendo dejada a un segundo plano por la amorosa relación con la portería ajena. En ello tiene mucho que ver el reencuentro como jugador de Javi Moreno, la exquisita zurda de Savio, el dinamismo de Galletti y, sobre todo, los movimientos inteligentes de Villa.

El Zaragoza tuvo su momento cuando el Villarreal decreció en la intensidad de su dominio, con el marcador todavía empatado. Entonces surgió Riquelme para decidir. Primero, con el saque de esquina que supuso el desequilibrio en el marcador y, posteriormente, en el inicio de la segunda mitad, con la asistencia perfecta a Forlán, que supuso la sentencia para el Zaragoza. Y un alivio para el Villarreal.