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Columna
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El Compromiso de Barcelona

El Fórum, con sus 2.300 ponentes de 180 países y sus 65.000 participantes en un diálogo que ha durado 141 días, se inscribe con alto honor en la serie de foros internacionales (Porto Alegre, Kioto, Davos, Río, Johanesburg, Nairobi y Barcelona) que en los últimos años han denunciado los males radicales del capitalismo y han ofrecido y exigido remedios inmediatos que, como mínimo, los mitiguen o erradiquen. Para nuestra ciudad ha supuesto la culminación, hoy por hoy, de una serie de actos multitudinarios, en la línea protestataria de otras ciudades (Seattle, Génova, etcétera) contra el sistema económico imperante, la Europa de los mercaderes, la guerra de Irak ("Barcelona, capital mundial de la paz", según la prensa extranjera) y, finalmente, la política neofascista del caudillo Aznar, al que se acabó derrotando en las urnas gracias al voto abundante y decisivo de Cataluña. Lo que pareció a algunos otra maragallada más, de fàcil burlaal principio para sus rivales y de constante crítica hasta el final por quienes conspiran contra el tripartito municipal, ha resultado ser, si se va al fondo, la fundación de un modo nuevo de influir en el futuro mundial, en la mejor tradición de la Cataluña políticamente pionera con su cap i casal progresista. Por si fuera poco, las propias contradicciones internas del Fórum como organización han sido un buen ejemplo de las tesis mantenidas en él.

El poder económico, mediático y político del sistema, obligado por la creciente oposición popular, necesita hacer creer que la acepta mediante actos de subversivo carnaval y de autoflagelación con tongo que, además, beneficie sus intereses sin que la población se entere del mensaje debelador. Por eso, el Gobierno del Estado y el de la Generalitat, al principio en manos de las derechas,se negaron a una participación ciudadana representativa y reivindicativa. Un Ayuntamiento inconscientemente escéptico y "realista" tendió al elitismo intelectual y al mero marketing publicitario de una operación de prestigio propio. Los inevitables empresarios (el sector público es pobre por cobardía fiscal) sólo buscaban el beneficio de las visitas de feria y sólo aportaban su conocido mal gusto arquitectónico. Y el poder mediático, al explotar como acostumbra, para vender más, polémicas y escandalitos que airean demagogos y rivales, insistieron hasta el hastío en los fallos organizativos y en la supuesta indiferencia popular, aumentando así ésta y sumándose al distanciamiento respecto al contenido moral y político, provocado por los políticos y los promotores económicos, en vez de fomentar en lo posible, pedagógicamente, el interés por los cruciales temas que con sabiduría y empeño trataron sus no pocos dialogantes. Cataluña, sociedad pervertida moralmente por el sistema denunciado en el Fórum, actuó con una terrible y obligada coherencia, dándole, en definitiva, la razón a la implacable denuncia que culmina en el manifiesto que los relatores del multidiálogo han bautizado con el comprometido título de Compromiso de Barcelona.

En su declaración, el Fórum rechaza los rasgos que definen la actual hegemonía capitalista en el mundo: la explotación humana, la pobreza miserable, la violencia y la guerra, la marginación femenina, la supresión de libertades so pretexto de seguridad, la ignorancia como forma de opresión, la destrucción de culturas y lenguas, la aniquilación de la naturaleza, el crecimiento incontrolado de las ciudades, el nombre de Dios como estandarte guerrero, la manipulación del patriotismo para enfrentar pueblos. Por otro lado, el Fórum exige y propone a los gobernantes y a sus sociedades nacionales el fomento de una nueva cultura que aúne ciencia y humanismo, y respeto a la diversidad cultural; no tratar los bienes culturales como mercancías; unos medios de comunicación sin servidumbres económicas, políticas e ideológicas; un desarrollo económico ético y solidario; el acceso universal a los recursos básicos (renta mínima incluida); un fuerte gravamen fiscal sobre los grandes beneficios para redistribuir la renta; la desprivatización de los recursos naturales; la inmediata eliminación del hambre y de la miseria, que tantas muertes causan; la globalización de la justicia social y penal; derechos efectivos e integración de los inmigrantes; ampliación de los poderes locales y una mayor proximidad de la ciudadanía; separación efectiva entre los poderes políticos y los religiosos; mayor autoridad real y más democracia para la ONU, y, en fin, el inicio de un camino irreversible hacia un gobierno mundial democrático. Todo lo dicho se acompaña de proyectos de acción y de actos de apoyo a las principales acciones, regionales o mundiales, que, en idéntico sentido, están ya en marcha.

Se trata, como es de ver, de una completa síntesis del ideario de las tres revoluciones modernas (liberal, democrática y socialista) más el de las tres contemporáneas (ecologista, feminista y pacifista), que se traduce en una moderada propuesta socialdemócrata de ámbito mundial que, en sí, supondría,si se cumpliese, la mayor revolución de la historia de la humanidad. La moderada socialdemocracia que gobierna hoy en España, Cataluña y Barcelona ha sido necesaria para promover y comprometerse a realizar el contenido posible de este manifiesto en el seno de una reacia sociedad dominada por el dinero privado. Imagino que no querrá ser tachada en el futuro de adoptar una actitud que el Compromiso de Barcelona también rechaza "la hipocresía de aquellos que no cumplen lo que firman y afirman". Hasta ahora sólo se puede hablar de la hipocresía de los beneficiados por los réditos de un Fórum crítico con ellos pero admitido con la condición de que de su contenido se enterasen tan sólo los enterados, pues éstos, ya se sabe, sin la gente no son tan peligrosos.

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