La moda desnuda
Dentro de algún tiempo en los desfiles las modelos irán sin ropa. Me lo sugiere la Pasarela Cibeles, que miré porque la vieja libido no muere, ni se desvanece. Tratan de eso: de mantenerla. Ahora todo es confuso, contradictorio; todo emite señales opuestas, y la de la moda es una llamada a la repoblación que otra señal desactiva. Los cuerpos sueltos y libres acentúan la muestra de la capacidad reproductiva: el vientre de procrear, apoyado en caderas fuertes; la oferta de amamantar. Con el pretexto de la lucha contra la anorexia -que es una negación a la reproducción, un rechazo genético-, la sociedad insiste en que las chicas no sean tan delgadas: hacen falta mujeres robustas. Parecen modas de posguerra, como la minifalda de Mary Quant, o las nombrilettes de París; poco importaba el ombligo que salía de la clandestinidad, lo que se mostraba era el vientre. Ahora busca al varón con nuevos destellos, con incrustaciones de piercing que son espejuelos: y que además se ponen en la boca, los pezones, la vulva. Señalan caminos al varón indeciso, cuyo semen ha descendido en cantidad y calidad en los últimos años.
Los creyentes en la voluntad de la especie dirán que es una llamada contra la reducción de nacimientos; es posible, pero ese pensamiento de especie también impulsa a reducir los nacimientos en este animal territorial y hambriento durante una contracción social en la que no hay viviendas, no hay salarios seguros y la máquina sustituye al asalariado velozmente: a veces, aunque su mantenimiento y su amortización sean más caros. Pero representan el ideal del obrero que no piensa. En un tiempo se trató de que los monos hicieran los trabajos humanos; no aceptaron y salen los robots. Es posible que si hay un instinto de especie éste sea también contradictorio, y pueda inducir a la procreación mayor y la inversa para convertirla a su imitación gozosa sin efectos. Moda y calle van en el mismo sentido. La calle es directa, y sus modas están dirigidas por la publicidad y la imitación. La nalga apretada por un pantalón que puede señalar además el relieve del sexo, el descote generoso que se unirá al ombligo en la feliz dualidad de mama y útero.
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