Dos equipos de planetas distintos
El Valencia muestra una superioridad aplastante sobre el Racing, que no disparó ni una vez a gol
Dos equipos de distintos planetas. Eso se vio ayer en Mestalla: una superioridad aplastante poco frecuente hoy en día. Claro que así están las cosas. El Valencia ha arrancado como un búfalo en este comienzo del campeonato y el Racing, que lo vio venir, sólo pudo pedir clemencia. El conjunto de Alcaraz interiorizó tanto su inferioridad que no disparó a gol en todo el partido, casi ante la desesperación de Palop, que regresaba el hombre después de siete meses y quería ganarse el sueldo. Lo mismo dio que Ranieri dejara fuera de la alineación a media docena de titulares. A sus sustitutos les sobra carácter para unirse al festival: la fiesta del fútbol colectivo, la del reparto exhaustivo de esfuerzos y de beneficios, que se suponen muchos si siguen por este camino. El ejemplo más claro lo pone la estrella más rutilante: Vicente, que trabaja tanto como el que más (Albelda). Y derrocha calidad por todos lados.
VALENCIA 2 - RACING 0
Valencia: Palop; Curro Torres (Caneira, m. 68), David Navarro, Marchena, Moretti; Fiore (Mista, m. 53), Albelda, Sissoko, Vicente (Xisco, m. 73); Angulo y Corradi.
Racing: Aouate; Pedro López, Oriol, Pierini, Juanma; Morán (Aganzo, m. 35), Parri, Nafti (Matabuena, m. 70), Regueiro; Benayoun; y Arizmendi.
Goles: 1-0. M. 27. Falta directa de Vicente que golpea en la barrera y descoloca a Aouate.
2-0. M. 45. Vicente penetra por la izquierda y su centro raso lo remata con la izquierda Fiore.
Árbitro: González Vázquez. Expulsó a Oriol (m. 40) por doble tarjeta amarilla. Amonestó a Nafti, Curro Torres, Regueiro, Juanma y Angulo.
Unos 40.000 espectadores en Mestalla.
Vicente viaja con el depósito de gasolina lleno y no necesita pasar por los boxes. Algún día tendrá que parar a repostar, pero por ahora Ranieri no le deja. Lo está exprimiendo al máximo. Sabe que, mientras esté en el campo, no le faltarán goles al Valencia, ni media docena de ocasiones fabricadas por él. Ayer ya fue una exageración. Vaciado el cuenco de calidad por parte del técnico para que descansaran Baraja, Rufete y Di Vaio, el Valencia se volcó descaradamente hacia su izquierda, donde Vicente se ha convertido ya en una especie de tótem capaz de cargar con todo. Como, por ejemplo, lo que sucedió en el minuto 45. Cuando todos pensaban en el chorrito de agua recuperadora del descanso, él no. Él se pegó un sprint de 50 metros por su extremo que acabó en fuera de banda. ¿Satisfecho? Ni hablar. Volvió a arrancar de inmediato para dibujarle un desmarque a Moretti, que sacaba el balón con la mano, y esta vez sin que ya nadie le persiguiera. Llegados a este punto, su marcador, el joven Pedro López, dijo basta. Se rindió mientras veía cómo se alejaba Vicente camino del centro del área y servía un centro raso y muy goloso para Fiore, que marcó con la izquierda. Un premio para la buena primera parte del mediocampista italiano, el último de los fichajes que ha firmado una actuación convincente para empezar a justificar su adquisición. No porque le falte clase, que le sobra, sino porque no encontraba su sitio. Ayer lo encontró. Primero, con la complicidad de Corradi, su amigo y ex compañero en el Lazio, y después con todos los demás. Fiore dejó muestras de su elegante toque. Y Corradi confirmó que sabe utilizar su fortaleza de buey en beneficio del grupo. Pone su corpachón como pantalla y arrastra a un par de rivales, lo que suele dar vía libre a alguno de sus compañeros.
El Valencia dictó una gran lección de equipo en el primer tiempo y dejó al Racing para el arrastre. Tan apabullado quedó el conjunto cántabro que Alcaraz, tal vez avergonzado, realizó un cambio poco después de la media hora por si acaso. Entró Aganzo por Morán y Benayoun se ubicó en el interior derecho. Aganzo dejó un buen taconazo y un puñado de encontronazos con los defensas. Nada más. No disminuyó ni un milímetro la abismal diferencia entre ambos contendientes. El Valencia se defendió fumándose un puro, con David Navarro y Marchena muy por encima de los delanteros. Sin olvidar que Moretti cumple con la difícil tarea de empezar a suplir a Carboni sin que se note. El joven Moretti apunta maneras de lateral izquierdo para rato: es alto, fuerte y maneja la pierna izquierda con solvencia. Y con cierto gusto.
Más importante si cabe resultó la aportación de Sissoko, que se movió muy cómodo en la posición de Baraja. Su progresión resulta increíble: aquel chico atropellado e infantil que llegó a Mestalla el año pasado nada tiene que ver con este recuperador y distribuidor de altísima eficacia.
De modo que si ya con 11 el Racing no había existido con 10 tras la expulsión de Oriol en el minuto 40 no hubo ni rastro. Y el cuadro de Ranieri se impuso un doble cometido tras el descanso. El primero era darse un respiro, fiel a su economía de cada temporada. Y el segundo, saborear su jerarquía sin la presión del resultado. Tanto que hasta Albelda estuvo a punto de marcar en un disparo que se le fue mordido. Así lo hubiera deseado Mestalla, tan henchida que le habría hecho ilusión que marcara su capitán. Y lo incitaba a chutar, pero éste se resistía, se resistía.
Más tarde, Mestalla le reprochó a su equipo que jugara la última media hora al ralentí, que desperdiciara una gran ocasión para golear, de ésas que no se presentan todos lo días. Pero resultó inevitable. El Racing no quería guerra y el Valencia tiene otra muy comprometida el miércoles, en Alemania, ante el Werder Bremen. Hasta Palop pareció quedarse con las ganas de que alguien del Racing le diera una ocasión para lucirse. Pero nada, ni caso.
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