Loquillo, químicamente puro
Despedida musical del Fórum. Con la sensación de acudir al último de los centenares de conciertos allí realizados durante estos últimos meses, las actuaciones de los Tigres del Norte y Loquillo y los Trogloditas tuvieron un marcado aire de despedida del que probablemente no fueron conscientes ni sus propios protagonistas.
Esto se puede generalizar porque en ambos conciertos hubo públicos bien distintos que se sustituyeron a lo largo de la noche. Para los Tigres rindieron pleitesía numerosos representantes de la colonia mexicana, amén de curiosos, aficionados a los corridos y rancheras y también conocedores de la alegre música del grupo norteño. La media de edad fue alta, altas las ganas de fiesta y alto el disfrute logrado tras una actuación festiva que se cerró con frases tan categóricas y bien recibidas por el público como "somos más americanos que todititos los gringos".
Los Tigres del Norte / Loquillo y los Trogloditas
Escenario Marina. Fórum de las Culturas 2004. Barcelona, 24 de septiembre.
Tras la actuación de los mexicanos, el público se ausentó dando tiempo al cambio de escenario y volvió renovado y aumentado en al menos un tercio, que prácticamente llenó el recinto y con perfil de edad algo más joven. Era el público de Loquillo, un público no estrictamente rockero al que Jose María Sanz obsequió destapando lo mejor de su mejor tarro de esencias. Loquillo se mostró en estado puro, tirando del personaje que le ha permitido capear el paso del tiempo manteniéndole en una posición privilegiada de la escena musical nacional. Y ello se debe a que se cree a sí mismo, y con una insultante autoconfianza que no repara en sus limitaciones salió a escena dispuesto a demostrar que es el mejor.
Y como mínimo demostró que él se lo cree. En un concierto en el que no habló en exceso, Loquillo compuso esa estampa de rockero satisfecho y agresivo, plásticamente impecable y de sobrado carisma. Por saber, sabe hasta cómo lanzar un cigarrillo, jugar con el micrófono o congelar el gesto para así ser mejor visto por sus seguidores, imponiendo una planta sobre la que recuperó una frase que ni pintada: "Qué difícil ser humilde cuando uno es tan grande". De haber sido humilde, muy probablemente Loquillo no estaría donde está. A lo largo casi de dos horas exprimió su rock de corte clásico con una banda que quiere refundar el espíritu de los viejos Trogloditas, de cuya formación original sólo resta la sección rítmica, cuyo corazón, Jordi Vila, fue el único que iba de rojo en una banda vestida completamente de negro.
Los ases estuvieron en los viejos clásicos como Pégate a mí, Todo el mundo ama a Isabel, Autopista, Chanel, cocaína y Dom Perignon o Cadillac solitario, pero Loquillo supo suplir las carencias de otros cortes menos afortunados con la escenificación de todos los tics de un rockero de libro. Sin temor a hundirse en los tópicos, llenó de imágenes un concierto más que engrandeció su figura y que estuvo bastante por encima de los estándares del propio artista. Sin lugar a dudas, uno de sus mejores conciertos en los últimos tiempos.
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