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Reportaje:TEATRO

El ballet rojo de Kresnik

Tiene Johann Kresnik aspecto de campesino austriaco, que confirma al evocar su nacimiento en una granja de Carintia en la región donde Austria limita con Eslovenia, y un discurso ideológico entre ingenuo, maniqueo y elemental. Llama la atención que una persona de estas características sea capaz de poner en escena obras de la belleza plástica y la fuerza expresiva de Los 10 mandamientos o Cien años de soledad y lleve más de treinta años encandilando y escandalizando al público en Alemania y algunos países de América Latina. Nunca representó una obra en España, a pesar de la larga lista de temas hispánicos que ha tratado, como Picasso, Goya, Frida Kahlo. Explica Kresnik: "No me extraña, porque yo soy muy incómodo y no caigo bien ni a las autoridades del Ministerio de Exteriores alemán ni a los que se encargan de subvencionar a la cultura".

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Sobre su vida, relata Kresnik: "Vengo de las montañas de Austria y para ir a la escuela había que caminar tres horas. Soy ateo, pero tuve una educación muy católica. A mi padre lo mataron a tiros en nuestra granja. Mi segundo padre era comunista y todos los comunistas de Austria pasaban por allí. Luego me fui a Alemania para no ir al servicio militar. En los años sesenta conocí a [el filósofo] Ernst Bloch y entré en contacto con el movimiento marxista en Colonia. Por ese camino de la reflexión llegué a mis obras políticas, con Vietnam y el movimiento de oposición en Alemania [a fines de los sesenta] contra las leyes de excepción".

Se confiesa Kresnik comunista convencido y no oculta la intención política de su trabajo artístico, "desde mis primeros trabajos como bailarín con [Maurice] Béjart, [John] Cranko y [Georges] Balanchine. Desde los 17 años soy miembro del KPÖ de Austria, aunque nada que ver con el estalinismo". De sus maestros, critica Kresnik: "Ellos imitaban a los americanos en todo, también en la danza. Yo pensaba que nosotros teníamos nuestra propia historia y empecé a hacer obras políticas. La primera fue sobre el atentado contra

[el líder de la rebelión estudiantil de 1968 en Alemania] Rudi Dutschke y me llamaron a Bremen donde estaban [los directores teatrales] Peter Zadek, Peter Stein, Bruno Ganz y también

[el director de cine Rainer Werner] Fassbinder. Empecé a introducir temas políticos en el baile. Siempre se hacían piezas clásicas o neoclásicas. Yo no tengo nada en contra. Es una tradición como la Novena de Beethoven y tiene que seguir. Cuando está bien hecho, ese ballet es estéticamente bonito y romántico, maravilloso, pero El lago de los cisnes en una aldea no pega, y empecé a escoger temas políticos". A pesar de la intención que le anima, Kresnik es consciente de las limitaciones del mensaje teatral: "Con mis trabajos se entiende el mensaje, pero no se puede cambiar nada. El teatro es muy débil para eso. Tampoco [Bertolt] Brecht pudo transformar nada, ni [Pier Paolo] Pasolini con sus filmes".

Los juicios de Kresnik son tajantes: "La globalización ha causado más daños en el Tercer Mundo que la colonización. Los países pobres serán cada vez más pobres. Un puñado de propietarios es dueño de Brasil, con propiedades del tamaño de Alemania, eso no es correcto". De Fidel Castro y de Cuba opina que "es una leyenda de museo que creo no tiene mucho que decir. Cuando Castro muera, Cuba volverá a ser americana. Las influencias ya están allí. Es asombroso cómo ha conseguido mantener tanto tiempo ese museo comunista. Hay que lamentar que la gente gane 10 dólares al mes y una habitación de hotel cueste 240. Sólo puedo agarrarme la cabeza y preguntarme cómo puede funcionar esto. Pero tienen las mejores escuelas y la mejor asistencia sanitaria".

Con su obra Los 10 mandamientos, que se ha representado durante todo el primer semestre en una iglesia de Bremen, Kresnik provocó un tremendo escándalo en los medios y la opinión pública de la ciudad hanseática del norte de Alemania. La escena en la que un grupo de mujeres, mayores de 60 años, desnudas, cosen a máquina banderas alemanas, mientras la prostituta recita un texto que recuerda que "una chica en Honduras trabaja 13 horas al día en una fábrica de tejidos para la moda global, gana 16 euros a la semana y sólo puede ir dos veces al día al baño". El desnudo de las mujeres escandalizó y provocó que la obra, que había iniciado sus ensayos en la catedral del centro de Bremen, tuviese que refugiarse en una iglesia de un barrio donde la acogió un pastor comprensivo.Le indigna a Kresnik que en el debate en Bremen "no se preocuparon del contenido, sólo de las mujeres desnudas, y dijeron que era sexismo. No tiene nada que ver con sexismo, sino con una situación que provoca lágrimas. ¿Cómo se trata a los viejos en uno de los países más ricos del mundo? El Estado les quita cada vez más a los jubilados y los grandes consorcios no tienen que pagar impuestos porque amenazan con el despido de miles de obreros. La política ya no existe, sólo hay economía y lo que quiere la gran industria".

Para el 17 de diciembre pre-

para Kresnik en Bonn una versión coreográfica sobre Hannelore Kohl. La esposa del ex canciller federal se suicidó a los 68 años en su casa del pueblo en la soledad y la oscuridad. Una enfermedad le provocaba fotofobia y no podía soportar la luz. La obra desencadenará sin duda el escándalo, y Kresnik es consciente de ello: "Los problemas vendrán cuando se acerque el estreno. Por ahora reina la tranquilidad. Hannelore Kohl estaba enferma y para mí es símbolo de una situación consecuencia de la República de Bonn y de Kohl que provocan que la gente enferme". Explica Kresnik sobre la biografía de Hannelore Kohl: "Seguiré su trayectoria, algunos pensarán que es aburrido, pero de ninguna manera. Cómo va a serlo una chica que recorta cruces gamadas y las cose en el vestido de fiesta y se va al baile. Es una historia fantástica. Después, compartir su vida con un hombre [Kohl] que durante 16 años se sentó encima de Alemania y nada de eso le importa. Sus sobornos, nada le interesa. Están sus fichas en los archivos de la [Seguridad del Estado de la Alemania comunista] Stasi y no se hacen públicas. Yo lo admiro. No cabe en la cabeza que alguien pueda mantenerse tan estable sin conmoverse. No es un político como Möllemann, que se tira con el paracaídas y se suicida".

Una imagen de la representación de 'Cien años de soledad', en versión coreográfica de Johann Kresnik.
Una imagen de la representación de 'Cien años de soledad', en versión coreográfica de Johann Kresnik.

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