Los niños de Osetia

En los primeros días de septiembre, en una escuela de Osetia del Norte, más de 150 niños murieron a manos de unos terroristas. Todos los periódicos y TV se hicieron eco de aquella barbarie sin nombre que atacaba a los más débiles, a los niños. Y a partir de esas noticias, nada, silencio total, se acercaba el 11 de septiembre y era el momento de recordar otros muertos, otras barbaries. De los niños de Osetia y de sus padres, nada... El Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid, el Gobierno de España, que tanto dicen agradecer la solidaridad del mundo, no pusieron ninguna de sus muchas banderas a media asta, no declararon ningún día de luto, no hicieron nada, como no hicieron nada ninguno de los Gobiernos de los países miembros de la Unión Europea, como no lo hizo la propia UE, salvo para disculparse ante Putin porque parece ser que alguien pudo hacer una pregunta políticamente no correcta. ¿Qué ocurre? ¿Es que hay muertos de primera y muertos de segunda? ¿Es que a Rusia se le puede consentir todos los desmanes? Fui de las personas que se manifestron por el no a la guerra de Irak, como tantos otros, y supongo que como a tantos otros ahora le duele que nadie quiera recordar a los niños de Osetia. Posiblemente no lleguen a enterarse de que aquí les recordamos y que nos duele su dolor, y que esta carta, aunque no sirva de nada, era la única forma que se me ocurría de poderme acercar un poco a esos padres que, como tantos otros en nuestro planeta Tierra, no entienden qué está pasado.