Cuando los Clash tocaron la grandeza
Se publica una edición ampliada de 'London calling', el disco esencial del grupo punk
Sus canciones reflejaban el espíritu de confrontación social que desembocó en el triunfo electoral de Margaret Thatcher. Los Clash grabaron en esos años London calling, el disco que mejor resumía el espíritu de los ochenta y una obra esencial en su carrera, con la que superaban el punk-rock original. Ahora se publica una edición ampliada de London calling. La nueva versión incluye un CD de ensayos, en que se rescatan canciones inéditas del grupo y se muestra cómo sonaban esas canciones en su forma primigenia, y un documental en DVD.
El 14 de diciembre de 2004 se cumplen los 25 años de London calling, el doble elepé que colocó a The Clash en la primera división del rock y que la revista Rolling Stone consideró como el disco definitorio de los años ochenta (aunque salió en los días finales de 1979). La edición conmemorativa de Sony Music añade un CD con las codiciadas Vanilla tapes, las cintas grabadas mientras preparaban el doble elepé más un DVD con material audiovisual, incluyendo el documental The last testament: the making of London calling, dirigido por Don Letts, cineasta y músico jamaicano muy próximo a los Clash.
London calling nació en tiempos difíciles. Se editó en pleno "invierno de nuestro descontento", tras años de ásperos conflictos raciales y laborales que desembocaron en el triunfo electoral de Margaret Thatcher. Los Clash, el único grupo comprometido de la oleada inicial del punk-rock londinense, quería dejar constancia de su actitud belicosa e insistió a CBS, como se llamaba entonces su discográfica, para que el doble se vendiera a precio de sencillo, aceptando incluso una reducción sustancial de sus regalías.
Fuera de la ley
Muchas de las canciones reflejaban el espíritu de confrontación social de aquellos días, aparte de la identificación con los fuera de la ley que los Clash heredaron del rockers reggae que era parte esencial de su dieta musical. También había un reconocimiento explícito de que el mundo no se acababa en el Reino Unido: en Spanish bombs, Joe Strummer recordaba que los turistas británicos se divertían cerca de los mismos lugares donde se luchó en la Guerra Civil española (y se menciona específicamente el asesinato de Federico García Lorca). Los Clash iniciaban su era internacionalista, que generaría un año después el triple elepé Sandinista!
Abandonaban el ombliguismo londinense y llenaban sus canciones de referencias culturales, contextualizando su rebelión antes de que lo hicieran intelectuales como Greil Marcus. London calling también supuso la superación del punk-rock original; en el documental, se quejan de que aquello se había convertido en un dogma y Strummer insistía en que el concepto central era la libertad. De repente, los Clash tocaban de todo: rockabilly, jazz, reggae, rhythm and blues, ska. Se reconciliaban con las músicas estadounidenses, como harían, nueve años después, los irlandeses U2 con Rattle and hum. Como guía para los nuevos territorios contaron con el productor Guy Stevens, un enloquecido pinchadiscos de la era mod que se ocupó de que los añadidos de metales o teclados no desvirtuaran su sonido.
El CD extra, The Vanilla tapes, muestra cómo sonaban aquellas canciones en su forma primigenia. Esas crudas grabaciones de local de ensayo, a veces sin voces, rescatan cuatro canciones inéditas y una versión jamaicana de The man in me, una canción dylaniana (y urge destacar que, en aquellos años, tocar a Dylan era pecado mortal en los círculos punkis). Son cintas que se creían perdidas, al igual que unas grabaciones en vídeo casero de las sesiones en el estudio que se incorporan ahora al DVD que remata esta feliz reedición.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.