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Crítica:Feria de Salamanca | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aburrimiento otra vez

¿Ha mejorado siquiera un poco el panorama? Pues mirando las cosas con lupa, quizá. No se ha llegado a la ruina en cuanto a fortaleza se refiere pero ha habido grietas para poner un puesto y las caídas, aunque en menor medida que en días anteriores, ahí estuvieron. Y en cuanto a bravura, sólo su deseo. Mansones los toros. Cobardes ellos. Recular y escarbar fueron monerías que estuvieron en el orden del día y únicamente los muy cuidadosos anotadores de parpadeos podrán determinar qué toro lo hizo más y cuál con mejores maneras.

Enrique Ponce con su primero lanceó despegado, lo cual no es novedad, y con la muleta, templado pero a distancia prudencial también, lució su temple aunque recorriendo mucha plaza. La cobardía del torete no parecía afectarle y, dale que te pego, hasta que no se hartó no lo dejó. En el cuarto, que huía hasta de su sombra, estuvo pulcro pero de lejos y, aunque tenía prisa (abandonó la plaza cuando lo mató porque hoy torea en Nimes), dio tiempo a todo como por ejemplo al consabido aviso que tan familiar debe resultarle.

Pérez Tabernero / Ponce, Jiménez, Valverde

Toros de Javier Pérez Tabernero, desiguales de presentación, pobres de cabeza en general y escasos de poder. Enrique Ponce: estocada tendida (saludos); media que escupe, corta, rueda de peones -aviso- descabello (saludos). César Jiménez: pinchazo, desprendida, rueda de peones, descabello -aviso- descabello (palmas). Javier Valverde: estocada desprendida y descabello (oreja); estocada atravesada y descabello (ovación). Plaza de la Glorieta, 17 de septiembre. 6ª de feria. Tres cuartos de entrada.

César Jiménez sigue la norma que marcan las figuras de hoy. Antes, cuando un torero joven comenzaba su carrera y andaba por ahí un tal Ordóñez, que era de Ronda, pues el que quería tenía donde fijarse con fundamento, pero ahora lo que ven en quienes más funcionan es el destoreo más bien. Por consiguiente, el joven espada se pone fuera de cacho, mete pico y vacía hacia fuera. En el quinto, yendo y viniendo de un lado a otro, y dando pensativos paseos, no pasó de cumplidor.

Javier Valverde cortó la única oreja de la tarde y derrochó entrega voluntariosa. En su primero echó toda la carne en el asador, pasando de las miradas del toro y haciendo algo que entra de lleno en las normas del buen hacer: le metió los flecos de la muleta en el hocico en unos naturales. No conviene olvidar estos detalles porque como son escasos es necesario recordar de vez en cuando que existen y ver que algunos toreros lo practican. Otra cosa a destacar es que entra a matar y no cabe duda de que es eso lo que intenta. En el último, corto, se mostró firme pero, si bien dignamente, no fue posible redondear la actuación.

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