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Unos Grammy muy repartidos celebran el cambio estético de Alejandro Sanz

Premios para 'Lágrimas negras', Rosario y Kepa Junkera, entre otros

Diego A. Manrique

Fue la noche de los ausentes. Alejandro Sanz y el equipo que hizo No es lo mismo ganaron en las cuatro categorías en las que estaban nominados, incluyendo tres de las principales: canción, álbum y disco del año (premio reservado a la producción). Se explicaba entre bambalinas que Alejandro no tiene mucha paciencia para soportar todas las incomodidades que supone viajar a Estados Unidos en estos tiempos. Tampoco Paco de Lucía, ganador en la categoría de flamenco, dio el salto hasta California, lo mismo que Rosario, que -y fue una sorpresa- se alzó con el trofeo correspondiente a disco femenino.

CBS se ocupó de cortar alguna referencia a Bush, aunque los músicos fueron prudentes

A los flamencos y flamenquitos no les gusta volar o descubren que tienen otros compromisos ineludibles. Javier Limón, que dio la campanada al llevarse el titulo de productor del año frente a Gustavo Santaolalla y otros personajes establecidos, se hallaba en Londres rematando el nuevo trabajo de Luz Casal. Limón se benefició de la simpatía generada por Lágrimas negras; el disco de Bebo Valdés y Diego el Cigala no barrió, como se esperaba, debido posiblemente a que ha tardado demasiado en editarse en Estados Unidos, donde viven gran parte de los votantes de la Academia de la música latina. Lágrimas negras fue considerado el mejor álbum tropical tradicional, aunque no cuadren bien esas dos descripciones.

Meritoria fue la victoria de K, de Kepa Junkera, como mejor álbum folclórico. Y sorprendente resultó que la colombiana Soraya ganara en cantautores, por encima de León Gieco o Joan Manuel Serrat. La quinta edición de los Grammy Latinos también quedará en la memoria de María Rita: la hija de Elis Regina y César Camargo Mariano se llevó los premios de mejor nuevo artista y mejor disco brasileño.

Esta edición de los Grammy Latinos también confirmó el buen momento creativo del rock mexicano: Julieta Venegas superó a la santa trinidad argentina de Charly García, Fito Páez y Spinetta. Café Tacuba ganó en mejor álbum de música alternativa y mejor canción rock (por Eres). En otras categorías se impuso el voto automático, que beneficia a los artistas veteranos sobre los recién llegados: en rap, Vico C ganó a los chicanos de Akwid y, como siempre, Celia Cruz conquistó el título de mejor disco de salsa; Los Tigres del Norte o la pareja de padre e hijo formada por Vicente y Alejandro Fernández fueron ganadores sin sorpresa.

La Academia Latina de la Grabación también otorgó premios a la excelencia a figuras como Antonio Aguilar, Roberto Carlos, Willie Colon, José José y Mercedes Sosa. Un premio especial del consejo directivo fue para Manuel Esperón, compositor de canciones durante la era de oro del cine mexicano. El título de persona del año fue para Carlos Santana, que pasó su testigo a un grupo de hermanos tejanos, los Lonely Boys, con los que tocó La bamba.

La ceremonia "de premiación" se celebró en el Shrine Auditorium de Los Ángeles, literalmente tomado por la policía de la ciudad y seguridad privada; fue presentada por George López, uno de esos humoristas que disparan diez alfilerazos por minuto. López se presentó vestido de charro y sobre un caballo blanco, ironizando sobre una medida del gobernador Schwarzenegger que prohíbe a los inmigrantes ilegales conseguir el permiso de conducir.

CBS, que retransmitía el espectáculo, se ocupó de cortar alguna referencia a George W. Bush, aunque los músicos fueron prudentes: Carlos Santana, que dos días antes había puesto en pie al auditorio que le honraba como Persona del Año al declararse "lo contrario de Bush", prefirió guardarse sus opiniones. El combinado de Café Tacuba y el grupo californiano Incubus comprobó que algunas palabras de su interpretación conjunta fueron censuradas al salir al aire. Se pidió a los artistas que se expresaran en inglés, pero Robi Draco Rosa rompió el fuego al agradecer en castellano su premio -mejor videoclip- a "los 322 millones de latinos". Posteriormente, muchos usaron el español, que era subtitulado en emisión.

El show comenzó con puro exceso: un David Bisbal que parece candidato a encarnar al Rey León en una versión con actores realizó un dueto con Jessica Simpson, una diva de factura televisiva, imposible suma de exuberancia almeriense y sosería anglosajona. Se vio enseguida que los responsables del acto, dispuestos a atrapar al público no hispano, iban a recurrir a enérgicos ejércitos de bailarines con poca ropa. Fue la opción de Paulina Rubio, en una canción particularmente grotesca que comparaba a los hombres con los perros (y que contó con la participación de perros de diferentes razas), o de Marco Antonio Solís.

Un supuesto homenaje a Celia Cruz fue la excusa para que Jocelyn Sánchez y compañía exhibieran muslo y pechuga. El final no cayó en esas obviedades: El Cigala y Bebo Valdés, reforzados por el saxofonista Paquito d'Rivera y el percusionista Alex Acuna, retomaron Lágrimas negras en una lectura no especialmente afortunada. Para entonces, los presentes en el Shrine Auditorium ya deseaban marchar rumbo a las abundantes fiestas previstas. No contaban con lo que les esperaba fuera: un monumental embotellamiento de limusinas y autobuses VIP: "Esto es peor que los Oscar", se desesperaba un policía que intentaba contener a la trajeada multitud.

Diego el Cigala y Bebo Valdés posan con el Grammy Latino al mejor álbum tropical tradicional. 

/ EFE
Diego el Cigala y Bebo Valdés posan con el Grammy Latino al mejor álbum tropical tradicional. / EFE

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