La picardía del delantero callejero
Tamudo, al que el técnico define como "un listo", se perfila por fin en el equipo nacional tras haber marcado 78 goles en seis temporadas
Ser un listo en el fútbol es un valor supremo para el nuevo seleccionador, Luis Aragonés. De ahí que cuando afirmó, tras el partido amistoso ante Venezuela, que Tamudo, que marcó dos goles, es "un listo", al delantero del Espanyol le chispearan los ojos. Y tuviese serias razones para pensar que, por fin, había llegado su hora. Después de marcar 78 goles en 194 partidos en seis cursos en Primera ante la indiferencia casi total de los seleccionadores, parece que ahora está aterrizando en el equipo nacional para quedarse. Antes de la llegada de Luis sólo había sido cuatro veces internacional absoluto y había anotado un tanto.
¿Pero qué es ser un listo en el fútbol? "Supongo que aprovechar tus virtudes y que no se vean mucho tus defectos", dice Tamudo con el suave acento extremeño, la tierra de origen de sus padres, que conserva pese a haber vivido siempre en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). "Técnicamente, no soy un superdotado. Tampoco soy muy alto [1,78 metros] para el juego de cabeza. Pero a lo mejor tengo otras cositas". ¿Cositas? "Velocidad, anticipación, no pensarme las cosas dos veces... Estar ahí en el momento adecuado. Instinto".
"Aprendí a jugar en un barrio de Santa Coloma. Supongo que eso de evitar los coches ayuda"
¿Dónde aprendió a jugar? "En la calle. Yo vivía en un barrio pequeñito de Santa Coloma y siempre bajaba con mi hermano. Había dos persianas de chapa y ésa era la portería. O los bajos de los coches. Cuando pasaban, parabas. Pero después seguías. Los vecinos acabaron cansados de mi hermano y de mí. Era una calle normal, ya asfaltada. Como no tenía la posibilidad de jugar en otro sitio, lo hacíamos allí. Supongo que eso de evitar los coches, de andar vivo, ayuda". ¿Antecedentes familiares? "Mi padre siempre ha trabajado en lo que ha podido, en lo que le ha salido. Mi madre estuvo en una empresa de interruptores de la luz hasta hace poquito. Se vinieron de Extremadura hace mucho tiempo. Ahora no hacen nada. Bueno, mi padre me lleva las cosas a mí".
Admirador de Marco van Basten -"una clase y una elegancia que nadie ha vuelto a tener"-, Tamudo llegó al Espanyol a los 13 años procedente del Gramenet. Hasta hoy. "Me vinieron a buscar Josep Maria Nogués, que fue entrenador del Terrassa en Segunda, y José Manuel Casanova. Para mí, un crío, era muy fuerte reunirme en una cena con Casanova, que era [sigue siéndolo] quien elegía a toda la gente de la cantera".
"Cuando marcaba sólo dos goles, rabiaba un poquillo porque pensaba que había jugado mal. Debuté en marzo de 1998 y tuve la suerte de lograr el gol de la victoria en el minuto 90 ante el Hércules. Y salimos del descenso. Nada más subir al primer equipo, Paco Flores [continúa dándole consejos], me llamó y yo ni me lo creía. Nada más salir, marqué".
Renovado recientemente hasta 2010 por el Espanyol, Tamudo no cierra las puertas a nada: "Si alguien pagara la cláusula de rescisión, de 24 millones, ya veríamos". A punto estuvo de irse al Glasgow Rangers en 2000: "Yo firmé el contrato y todo. Pero, al final, se echaron atrás. Era mucho dinero en aquella época por un chaval de 22 años y dijeron que tenía problemas en una rodilla, lo que se ha demostrado que no era verdad". Pero ¿no se cansa de estar en un equipo que sólo lucha por sobrevivir? "No, porque, si me cansara, se me notaría mucho. Tengo la misma ilusión que el día que debuté. Hay veces que te gustaría cambiar de aires para aprender cosas nuevas. El peor momento de mi carrera fue el curso pasado, cuando nos veíamos en Segunda. Teníamos ocho puntos en la primera vuelta. Fue muy duro". ¿Y su química con De la Peña? "Nos llevamos muy bien fuera del campo y no dejamos de hablar. Yo sé que, cuando tenga el balón, me va a buscar. Da igual en la parte del campo en la que esté. No sé cómo lo hace. Y, cuando ve que no la quiero, no me la pasa. Puede dejarte delante del portero desde cualquier sitio". En plena charla con Tamudo, ayer por la mañana, en El Saler, Carboni, el lateral izquierdo del Valencia, se despide de él, que, al verle alejarse, exclama entusiasmado: "Yo, a los 39 años, estaré ya tieso, tieso. Coge la banda y es un toro, un ternero".
A sus 26 años, Tamudo atisba un futuro por delante en la selección: "Por la forma de jugar Luis, puedo venirle bien. En el Espanyol suelo jugar solo en punta. Trabajo y presiono. Y a lo mejor eso es lo que busca el seleccionador. También valora las ganas, la ilusión, porque vengo aquí pocas veces. Me va bien tener espacios por delante porque soy rápido y voy siempre buscando la portería. A Luis le gusta meter mucha presión al rival y salir rápido al contragolpe. Tiene una ilusión tremenda por que le salga esto bien. Y no juega él porque es muy mayor, que si pudiera...".
Tamudo se define como "un chaval muy tranquilo". Le gusta ir con su novia al cine. Estar con sus padres y con su hermano. Y residir en un pueblo de la costa, Masnou, siempre en busca de la tranquilidad. Así que en la selección ha encontrado el calor de un vecino de ciudad. "Yo hablo mucho con Puyol porque vengo de Barcelona con él. A pesar de la rivalidad y de que, cuando juego contra él, me está dando una caña que no veas". Y es que comparten una cita memorable: la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, junto a Marchena, Xavi, Albelda y Marchena.
Pasan los años y Tamudo sabe que éste puede ser su último tren con España. "Cuando ves y cuando entiendes cómo funciona esto del fútbol, te has hecho mayor", concluye.
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