Juan Vila, navegante
El tripulante español del barco suizo 'Alinghi', campeón de la Copa América, controla los sistemas electrónicos del velero
Paradojas de la vida. En un barco de Suiza, paradigma de la puntualidad, la responsabilidad de su electrónica la tiene un ciudadano de España, país tecnológicamente retrasado. El mérito es totalmente de Joan Vila, un barcelonés de nacimiento y viguense de adopción, que es el navegante del Alinghi, poseedor de la Copa América y que en el año 2007 la pondrá en juego en aguas de Valencia.
Vila se coloca en el centro del barco, junto al mástil, y, en lugar de cabos o velas, agarra un ordenador portátil, forrado de arpillera, y un puntero atado al pecé con un vulgar cordel. "En cuanto llego al barco enciendo el portátil. En él llevo su historial en cualquier circunstancia", explica el español.
Frente a él, en el mástil, hay una especie de estación meteorológica con cuatro pantallas donde parecen moverse los números caprichosamente. Vila explica que no es así. "La pantalla de arriba indica la velocidad del barco que, como está parado, es cero. La pantalla inferior indica la teórica del barco, el compromiso óptimo entre rumbo y velocidadel; la tercera pantalla muestra la dirección del viento y la cuarta la intensidad".
Ese panel de pantallas adherido al mástil está a la vista de toda la tripulación; pero a Vila le pagan por mucho más. Él está considerado como el número 1 como navegante, el hombre que interpreta todos los datos electrónicos que tiene el ordenador, más los que le van llegando durante la regata.
"Yo debo comunicar los datos al táctico, que es quien decidirá las maniobras del barco, porque yo sólo me fijo en el ordenador y él, en cambio, está pendiente de la situación del otro barco y, por tanto, es quien debe decidir qué hay que hacer para ganar la regata".
El portátil de Vila tiene millones de datos. Unos son del propio barco, que le cantan cómo se ha comportado en otras regatas según la fuerza y la dirección del viento; pero otros datos se incorporan cada día que el barco navega, sea regata o entrenamiento. "Aparte de los datos meteorológicos del día, hay que introducir la carta náutica de l campo de regatas, el recorrido y la dirección. La organización nos da diez minutos antes de la salida el rumbo magnético de la boya y la distancia".
Ordenador al agua
En su tipo de regata, un barco contra otro (Match Race), salir primero significa ganar la regata en un 75% de los casos. Pese a todos los datos meteorológicos de que disponen, el equipo despliegue una flotilla de seis zodiac, distribuidas por el campo de regatas para captar, y enviar a otro ordenador de Vila, datos de cada punto de la intensidad y dirección de viento. "Cinco minutos antes del inicio queda prohibida cualquier ayuda procedente del exterior. Entonces se acerca uno de estos barcos y les doy el ordenador, aunque en ocasiones no llegan a tiempo y tengo que tirar el aparato al agua para no ser sancionados".
Su ordenador, con los puntos de la línea de salida, determina exactamente hasta el tiempo que necesitará el barco para traspasar la línea en cuanto los jueces den la señal. "Ahora nos han prohibido el uso de la pistola láser, que disparábamos al aire para medir la distancia y dirección del otro barco, con lo cual lo podíamos posicionar en la pantalla de mi ordenador". Ahora eso lo hace Virtual Spectator un programa de grafismo que sitúa exactamente e instantáneamente a los dos barcos en el campo de regatas y su previsible evolución. La visión es desde diferentes ángulos.
Aunque sea un rutinario entrenamiento, Vila recoge en su ordenador los datos del comportamiento del barco. "Posteriormente los analizarán los diseñadores para tenerlos en cuenta en la construcción de otros barcos".
Aunque ingeniero de caminos, Vila atribuye la victoria al factor humano. "Todos los barcos tienen programas informáticos similares. Lo determinante es saber interpretarlos y luego adoptar las decisiones adecuadas. La diferencia en una regata está en la labor de equipo, no en la informática".
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