Ferguson apuesta por Rooney
El Manchester ficha por 36 millones al delantero inglés, de 18 años, que deslumbró en la Eurocopa
La mareante ley de la oferta y la demanda ha fijado el precio de Wayne Rooney (Coxteth, Liverpool; 1985) en 36 millones de euros. El Manchester United se apresuró a anunciar ayer, último día del mercado futbolístico, a la Bolsa londinense su acuerdo con el Everton para fichar, por seis temporadas, a su estrella, de apenas 18 años; al héroe de barrio que siempre lleva el remoquete de "el más joven" unido a cada gol, a cada minuto disputado, a cada precoz aparición con la camiseta de la selección de Inglaterra.
"Rooney es hoy por hoy un jugador de 92 millones y eso nos hace sonreír", comentaba muy ufano Bill Kenwright, el presidente del Everton, tras la Eurocopa de Portugal 2004. Exageró. Pero su tasación sirvió para estirar la cuerda de la negociación y explotar la insistencia en el fichaje del delantero por parte de Alex Ferguson, director general y técnico del Manchester, cuestionado en los últimos tiempos por los negocios, no siempre claros, de su hijo, representante de jugadores, y por la situación de su equipo: noveno en la Premier League, a siete puntos del Arsenal y el Chelsea.
La primera oferta del Manchester superaba por poco los 20 millones ofrecidos por el Newcastle. El Everton dijo "no". Un día después la elevó hasta los 30. El Everton dijo "no". Hace tres días la redondeó en 35. El Everton dijo "no", pero puso mejor cara. Por fin, ayer se cerró la operación en 36 millones.
No es un récord. El defensa inglés Ferdinand le costó al propio Manchester 46,8 millones. Es el traspaso más caro de la historia del fútbol británico. El montante pagado por Rooney no está entre los 15 mayores a nivel mundial y queda muy lejos del número uno: los 78 millones abonados por el Madrid al Juventus por el francés Zidane.
Rooney, criado en una barriada marginal de Liverpool y con una marcada tendencia a la indisciplina -un año, siendo juvenil, le amonestaron más veces, 12, que goles marcó, 9-, visitó por la mañana los campos de entrenamiento de Carrington, ciudad deportiva del Manchester, y pasó el reconocimiento médico. Todavía arrastra una lesión en el pie derecho que se produjo durante el torneo portugués. Una dolencia que no le impidió formalizar su compromiso con el club de Old Trafford. Los aficionados del Everton no se lo han tomado bien. "Levántate si odias a Rooney", corearon el sábado.
Rooney ha superado en el podio de héroes ingleses a los hoy madridistas Beckham y Owen. Sin embargo, ya se le ha asociado con algunas de las costumbres más arraigadas entre los futbolistas de las islas: el gusto por la cerveza, las prostitutas y las peleas de madrugada en los pubs. "Cometí errores cuando era joven y estúpido", comentó hace unas semanas el propio ariete, al que la prensa sensacionalista ha llegado a comparar con Gascoigne por la calidad de su juego, pero también por su carácter rebelde y su tendencia a cometer actos insensatos.
Hijo de un boxeador en paro y una camarera pluriempleada, Rooney siempre fue del Everton. En su barrio, uno de esos suburbios con casas de ladrillo rojo y patio trasero en serie, se entretenía golpeando el balón contra un muro. Entonces se hizo compañero de "pandilla" del también internacional inglés Gerrard, del Liverpool, su protector en la selección. En esa época marcó 99 goles con el Coppleston y fichó por el Everton. Ya lo había profetizado al grabar sobre el alfeizar de su ventana: "W. Rooney, Everton Football Club". Sobre el Manchester no escribió nada.
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