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Reportaje:

El inmigrante que sueña con ser policía

Un joven rumano que actuó de intérprete entre la policía y un secuestrador quiere ser geo tras conseguir la nacionalidad

"Tengo muchas ganas de que me den los papeles para poder presentarme a las oposiciones de la policía. Antes del secuestro, ya tenía pensado hacerlo, pero después tengo muchas más ganas". Eso dice Christian Jurable, un rumano de 24 años que reside de forma irregular en Madrid. Este inmigrante sería uno más de los muchos que hay en similar situación en España, si no fuera por dos circunstancias: primera, porque su intervención como intérprete fue decisiva en las negociaciones entre un rumano que mantenía a un grupo de personas secuestradas en un banco de Alcalá de Henares; y, segunda, porque está empeñado en obtener la nacionalidad española, requisito imprescindible para ser policía.

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El pasado 26 de mayo, Christian Jurable se convirtió en actor importante de la resolución de un secuestro con 20 rehenes en un banco de Alcalá de Henares. Hizo de intérprete entre el secuestrador -el rumano Stoicka Ovidiu Anton, de 19 años- y el inspector jefe Andrés Hurtado, que actuaba como negociador en nombre de la policía.

Habían pasado las doce de la mañana del 26 de mayo cuando Stoicka Ovidiu Anton irrumpió en la sucursal del BBVA de la calle de los Libreros, en Alcalá de Henares, armado con una metralleta Uzzi y una pistola simuladas. Exigía 50.000 euros para traer a su novia de su país natal. A partir de ese momento, la policía montó un enorme dispositivo para reducir al criminal y liberar a los rehenes.

Ante tal situación, la policía llamó a Andrés Hurtado, un inspector jefe que lleva 19 años como jefe de sala del 091 en Madrid. Hurtado, que tiene el título de negociador en situaciones de crisis desde 1995, llegó a la comisaría de Alcalá, donde se encontró por primera vez con Jurable.

"Trabajo como traductor para rumanos y me conocen en los juzgados y en la policía desde hace dos años y medio. Sin embargo, nunca había participado en un caso tan importante como éste", explica ahora Jurable. De hecho antes de que llegara el inspector jefe ya tuvo que hablar con su compatriota desde una sala de crisis instalada en la comisaría. La conversación fue corta y casi se limitó a pedir el nombre real del secuestrador. "Vivimos mucha tensión porque Ovidiu no se abría hacia nosotros. Pensé que el asunto iba a tener un desenlace fatal", recuerda el traductor.

Cuando Hurtado entró en liza, logró poco a poco la confianza del secuestrador, lo que permitió la liberación de alguno de los 20 rehenes a cambio de una televisión. "Yo no paraba de decirle que tenía plena confianza y convicción en que podía echarle una mano. Pero que necesitaba que él [Ovidiu] me ayudara. Y ahí fue fundamental el trabajo de intérprete de Christian porque sabía cuándo intervenir y ayudarme con palabras que yo no entendía", explica el inspector jefe.

Según descubrió días más tarde la prensa rumana, Ovidiu no había superado la separación de sus padres, por lo que se refugió en una amiga, que luego se convirtió en su novia. Días antes del secuestro en Alcalá había discutido con la joven porque ella quería venirse a España... y él no tenía dinero para pagarle el viaje. Eso hizo que el joven se liara la manta a la cabeza y que se metiera en un banco, provisto de dos armas simuladas, dispuesto a conseguir el dinero. Por las buenas o por las malas.

La tarde transcurrió lenta y llena de nervios. Poco a poco pasaban las horas y la policía no veía la luz al final del túnel. Llegaron los geos por si había que asaltar el banco si la cosa se ponía fea. Pero el inspector jefe Hurtado y su traductor Jurable consiguieron desarmar a Ovidiu... y éste se entregó.

El dúo formado por el policía y el intérprete -mano a mano- logró reducir dialécticamente al secuestrador y a cuerpo descubierto, pese a que los geos querían que ambos se pusieran chalecos antibalas. "Hurtado dijo que no se lo ponía, y yo no iba a ser menos. En esos momentos no sientes ni nervios ni nada parecido. Sólo quieres hacer bien las cosas y que todo el mundo salga ileso", señala Jurable.

Desde entonces, la amistad entre Hurtado y Jurable se afianza día a día. El primero transmitió al delegado del Gobierno en Madrid, Constantino Méndez, los problemas que tenía su nuevo amigo para conseguir la nacionalidad española. Méndez se comprometió a tramitarlo por el procedimiento de urgencia, dado el relevante papel que tuvo en la resolución del secuestro de Alcalá de Henares. Ahora, está pendiente de que le sea notificada la resolución del expediente.

El joven rumano, que lleva seis años en Madrid, quiere regularizar su situación, convertirse en español y, a continuación, hacerse policía. Una profesión que ya vive de cerca, ya que su novia, Caridad, está estudiando en la Academia de Policía de Ávila, donde pronto terminará su formación. "A ella le gusta la investigación, como lo que hace la Brigada de Policía Judicial. Pero yo prefiero el riesgo, y me encantaría ser geo", dice Jurable. "Creo que he vivido ya muchas cosas que otros agentes sólo conocerán por los libros", concluye.

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