Personas
Desde el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Sevilla a alguien se le ocurrió la idea de sacar a los excluidos socialmente de esa situación dándoles una cantidad de dinero. Nada más lejos de la realidad y más contraproducente que esta actitud. La dignidad de las personas viene por otros caminos.
Existe un problema social que además amenaza con expandirse. Si bien es cierto que hace veinte años había más núcleos chabolistas, tampoco es menos cierto que hoy el chabolismo tiene tantos rostros humanos como antes tenía, aunque hoy se ubiquen en bloques de pisos.
La exclusión social avanza. Los antiguos barrios obreros se han ido adaptando a la era de la globalización. El proceso de desindustrialización ha dado como resultado un trabajador menos seguro, más inestable emocionalmente, al que se le impone un modelo de consumo desenfrenado y al que se le está convirtiendo en un ser humano menos socializado, más individual, lleno de complejos e impotente a la hora de conseguir los objetivos que esta sociedad moderna le impone.
Nuestros gobernantes se dedican a gestionar, no a gobernar, y hay una gran diferencia entre una cosa y la otra. Se gestionan las cosas y los bienes, pero la vida de las personas se gobierna, dotándose de un proyecto humano común.
El tema de los chabolistas de los Bermejales ha sido gestionado, comprando con dinero el desalojo de unos terrenos para construir en ellos. En ningún momento se ha tratado el tema como el problema de exclusión social que viven estas familias. El objetivo no ha sido devolverles la dignidad a la que tienen derecho, sino la de ocultar el chabolismo.
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