La gimnasia coge ritmo
Bases sólidas como Deferr, Martínez y el equipo femenino garantizan el futuro
"¿Sabe en qué puesto quedó este equipo en los Europeos júniors de hace dos años, disputados en Amsterdam? El decimocuarto". Son palabras de Jesús Carballo, el seleccionador de las mujeres, que representan la pujanza de la gimnasia española en el mundo. Está en ese cargo desde 1979 y todos los cambios en la Federación Española le han respetado. Se ha ganado el prestigio con su calidad personal y humana, algo que supone un ejemplo para todo el deporte español. El acierto directivo ha sido mantenerle. Porque con ese equipo júnior Carballo ha conseguido de nuevo el quinto lugar mundial y Patricia Moreno, una de esas niñas que cumplen sólo los 16 este año, ganó una medalla de bronce en suelo.
La concentración en el CAR de Madrid y la detección de talentos están dando frutos
Jesús Carballo: "¿Cómo se consigue esto? Con medios, que los tenemos, y con suerte"
No sólo el presente es magnífico y se ha mejorado el curso anterior, porque en los Mundiales de Anaheim 2003 el equipo ya fue quinto también, sino que el futuro brillante parece asegurado. Solamente un miedo asalta a este gallego, también sabio, que es Carballo. "Hay que tener cuidado porque es un equipo muy joven y estamos justos. No tenemos 30 gimnastas para elegir como los grandes y has de llevar un equilibrio de entrenamiento", explica. "Por eso estoy feliz de haber llegado hasta aquí y sin lesiones", añade el profesor que cuida de tantas niñas a las que ha ido perfeccionando hasta conseguir una medalla. Porque valora lógicamente el nivel, pero sabe que sin metales parece que lo demás no sirve.
¿Cómo se consigue todo esto? Carballo, siempre modesto, responde: "Con medios, que los tenemos, y con suerte, que hace falta en el deporte de alta competición". Naturalmente, y gracias a las enseñanzas del maestro, que añade: "Ya estoy un poco más viejo". Y más sabio. España, por ejemplo, remontó del séptimo puesto del primer día al quinto en el concurso final, recuperada ya Elena Gómez, la gran decepción, de lo mal puntuada que estuvo en suelo, lo que le impidió estar en la final. Tal y como fueron después las puntuaciones en ese apartado, en el que Patricia ganó el bronce por debajo de los 9,500 puntos, no habría estado descartada otra medalla de Elena, que ha sido ya oro y bronce en pasados Mundiales.
Pero en esos momentos la psicología del entrenador fue clave para la remontada: "Cuando tienes un equipo joven, más o menos, les miras a los ojos para ver si están asustaditas. Y, como esta vez vi que no lo estaban, pensé que podíamos subir algún puesto. Pensaba que Australia se iba a quedar atrás y sólo les dije: 'Vamos a por Francia, que, aunque es un país con mucha base, no es China ni los otros más grandes'. Y les quité la presión". Y fueron a por Francia y la pasaron. Y China, en el sistema de tres gimnastas puntuando sin descartes en cada aparato, cayó por detrás. Sólo quedaron por delante los tres grandes, Rumania, Estados Unidos y Rusia, y Ucrania, que esta vez resistió. Pero España está en la rueda de los elegidos.
Con clases magistrales, no es extraño que Carballo saque gimnastas de nivel en cada ocasión por poca cantera que tenga. Y por eso la pequeña Patricia llegó relajada y con desparpajo hasta la medalla. Y hasta Elena, a la que sacó de un sexto puesto en unos Campeonatos de España y la hizo campeona mundial de suelo, se recuperó y logró con su octavo lugar en el concurso múltiple individual la mejor clasificación femenina de la historia en los Juegos. Ya ha sido quinta en los Mundiales, aparte de ser oro y bronce en suelo, y tiene 18 años, por lo que aún le queda por delante un ciclo olímpico.
En hombres, el trabajo técnico sí ha cambiado de nombres, pero más bien de manos, no de sistema adecuado. Con Álvaro Montesinos, el responsable desde hace dos años, se ha mejorado por equipos también, del undécimo puesto en Sidney al décimo en Atenas, aunque el primer día hubiera más fallos, que se mejoraron los días siguientes hasta instalarse en la cumbre Gervasio Deferr, el genio capaz de repetir título olímpico en salto, y Rafael Martínez, espléndido quinto, casi rozando el podio, en el completo concurso general.
Deferr, de 23 años, gana las batallas, y eso que siempre pierde las de suelo, las que más le gustaría ganar, pero Rafael, con sólo 20, está en camino de imponerse en las guerras completas. Teníamos dos figuras, Deferr y Jesús Carballo hijo, y, por ley de vida, a éste, santo y seña del primer salto a la fama de la gimnasia española desde Joaquín Blume, le suple ya Martínez.
Al equipo masculino, mucho más veterano, le queda el peligro de la renovación. "Me habría gustado pillarles más jóvenes", dice Álvaro. Pero con bases individuales sólidas, como ha demostrado igualmente Víctor Cano, magnífico quinto en potro con arcos a sus 26 años, el sistema de trabajo ha revelado que el futuro también puede ser halagüeño. El trabajo de concentración en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y la detección de talentos por toda España están dando frutos. Los éxitos traen emparejada la publicidad y quizá otros nuevos. Las medallas olímpicas son un botín preciado para todos los implicados en cada deporte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.