Unos Juegos notables
Phelps y El Guerruj han sido los más destacados de Atenas, mientras al deporte español, con 19 medallas, le conviene ventilarse y tomar impulso
Los Juegos de Atenas no se libraron del momento de demencia que suele producirse en los grandes acontecimientos deportivos. Un trastornado atacó al brasileño Vanderlei Lima, líder del maratón, cuando estaba a punto de decidirse el ganador de la prueba. Defendido por los espectadores y algún agente de seguridad, Lima regresó a la carrera con el gesto estupefacto y la seguridad de su derrota. No ganó el maratón en Atenas, pero entró tercero en la meta con el ánimo alegre de los brasileños, sin compadecerse, ni caer en lamentaciones. Aunque el ganador oficial fue el italiano Baldini, el ganador sentimental no podía ser otro que el valiente maratoniano brasileño.
Con el maratón se cerraron los Juegos, que comenzaron entre incertidumbres y escándalos. A los temores por la seguridad se añadieron las dificultades para rematar las obras en los recintos deportivos. No ayudó tampoco el penoso incidente de Kostas Kenteris y Ekaterina Thanou, actores de una farsa infumable para evitar un control antidopaje. El Comité Olímpico Internacional reaccionó con rigor y el caso no alcanzó la gravedad prevista. Fue el primer triunfo de los Juegos, que han sido notables en muchos aspectos. No se concretó ninguno de los graves problemas previstos. Acaso faltó un poco de calor en muchos deportes, con gradas demasiado vacías. Pero, en general, los Juegos han estado por encima de las expectativas, tanto en el ámbito de la organización como en los resultados deportivos.
Han sido, por supuesto, los Juegos de Michael Phelps, que sale de Atenas sin las siete medallas de oro que pretendía pero con toda la estampa de un héroe. Ganó seis medallas de oro y dos de bronces. Y, sobre todo, se ganó la admiración de la gente. Son también los Juegos de la regeneración del atletismo, en grave peligro tras el escándalo Balco, las acusaciones de dopaje contra Marion Jones y la comedia bufa protagonizada por Kenteris y Thanou. Un puñado de jóvenes -Gatlin, Wariner, Liu Xiang, Allyson Félix, Borzakovski y Bekele- han triunfado con grandes marcas y mucha clase. Pero el atleta de los Juegos no ha sido un novato. Hicham El Guerruj se desquitó en Atenas de tanta mala fortuna con la victoria en 1.500 y 5.000 metros.
Los Juegos han visto la derrota de Estados Unidos en baloncesto. Argentina acabó en la pista con un mito. El baloncesto se globaliza. Basta ver a Pau Gasol, una de las sensaciones del equipo olímpico español. Gasol devolvió el baloncesto a sus mejores tiempos en España, donde hubo decepción en la primera semana con los resultados generales y especialmente con la natación, de una mediocridad insuperable. El rumbo cambió en la divisoria de los Juegos. La segunda semana fue notable. Con 19 medallas, España consigue su segunda mejor cosecha olímpica, sólo superada por las 22 obtenidas en Barcelona 92. Sin embargo, la nueva administración tiene trabajo por delante. Al deporte español le conviene ventilarse y tomar un nuevo impulso. Llega el momento de declarar el combate firme al dopaje en un país que se había mostrado extrañamente tolerante. También es el momento de terminar con ciertas prácticas federativas poco claras -caso de la federación de fútbol-, permitidas por un sistema que ofrece innumerables ventajas a muchos dirigentes que sólo buscan perpetuarse en el cargo.
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