El dinero de los impuestos

Resulta horripilante observar el comportamiento de ingentes cantidades de individuos valencianos encandilados en verano con cohetes, desembarcos festeros, bous embolats y demás amenidades para la diversión y el exceso... y sin preguntarse, de modo que trascienda, qué hacen los políticos con el dinero que aportan los primeros mediante impuestos. ¿Esta gente, tan risueña, tiene noticia de esa famosa y nefasta figura del agente urbanizador, de las recalificaciones de suelo rústico, de los gastos que efectúan sus votados en conceptos dudosamente sociales, quizá en solemnizar suntuosos despachos... o, tal vez, adquirir dos faldas para damas de Hogueras por 20.000 euros? Si les recriminas ostentar cuernos políticos, embolados o no, ellos tienen siempre la respuesta, vigente en pueblos desinformados: Ah, todos los políticos son iguales. Así se sale el ignorante por la tangente, pero sigue tributando sin averiguar el destino de lo tributado. ¿De esta mentalidad, puede surgir algo democrático? En uno de esos pueblos valencianos de los bous al carrer a un vecino se le caía la baba de gozo al proclamar que, por primera vez, este año el toro llevaba cuatro bolas de resina en lugar de las dos tradicionales. Un avance constatado donde los cuernos políticos humanos seguramente llevan más de cien de esas bolas resinosas... sin notárselas el titular. O, mejor, no queriendo percibirlas.