"No tengo miedo a que se pierda la esencia del flamenco"
Hay un momento en que se puede elegir entre lo conocido, lo que uno domina, y la renovación, empezar otra vez casi desde cero. Pocos tienen el ánimo de hacerlo. Paco de Lucía (Algeciras, Cádiz, 1947) está ahora de gira con su nuevo disco, Cositas buenas. Después de veinte años ha cambiado su sexteto, con el que "todo sonaba solo", por nuevos músicos, gente joven e incluso nuevos instrumentos en el flamenco como la armónica. "Al principio me daba miedo, pero ahora me han contagiado su ilusión. Estoy como si tuviera veinte años", dice. Él ha sido puente entre la generación anterior y la siguiente. Y ahora se une a los más jóvenes. Junto a Camarón de la Isla marcó un antes y un después en el flamenco. En cuanto al toque, ha revolucionado la guitarra flamenca y la ha llevado a los grandes escenarios internacionales. Nadie mejor que él para echar una mirada a un arte que crece en medio de cambios radicales y polémicos.
"A los jóvenes les cuesta escapar de la sombra de Camarón, pero hay muchas maneras de hacerlo si se tiene cabeza, oído, y ganas de aprender"
PREGUNTA. ¿Cómo ve el panorama del flamenco actual con relación al momento en que usted empezó?
RESPUESTA. Estamos en una época nueva. Eso es algo difícil de definir, y más en arte. En el flamenco siempre ha habido un maestro que ha marcado: en el cante, en el baile y en el toque. En una época anterior a mí, Ramón Montoya fue el maestro que creó y tuvo sus seguidores. Siempre ha habido, por un lado, el guitarrista que yo llamo completo, el que puede salir a tocar solo, que también puede acompañar para bailar y para cantar. Por otro lado está un guitarrista más corto, más flamenco, que en esa época podía ser Manolo de Huelva, de ahí salieron alumnos aventajados que también crearon su estilo, que fueron Niño Ricardo, por un lado, y Sabicas, por otro. De ellos dos salimos Manolo Sanlúcar, Serranito y yo. Y siempre tocando su música. Hasta que de pronto aparecen las grabaciones, aunque ellos ya grababan, pero a lo mejor tres, cuatro o diez discos en toda su vida. A mí ya me toca casi grabar uno por año y yo me propuse que cada disco fuese uno nuevo. Eso de alguna manera me obliga a seguir creciendo, a aprender. El disco es el que me obliga. La generación que hay ahora ya tiene la idea de que cada disco debe ser una creación. Quiero decir que, aunque yo tenga mis seguidores, éstos agarran mis conceptos y hacen su propia música. Eso no pasaba antes. Nosotros copiábamos literalmente, hoy lo que hay son influencias. Cada uno busca su propia identidad.
P. Ahora todos quieren ser autores.
R. Eso es. Y de hecho, cada uno es autor.
P. Con todos los cambios que ha habido en los últimos veinte años, ¿cree usted que se ha diluido un poco el flamenco? ¿Hay que redefinirlo?
R. No tengo miedo de que se pierda la esencia del flamenco, porque hay unas raíces muy fuertes y hay unos puristas por ahí (algunos pesadísimos, que no hay quien los aguante) que están defendiendo esa esencia. Incluso yo. Yo soy un purista dentro de mi aureola de revolucionario, vanguardista o creador. Sigo siendo un purista porque he respetado siempre lo que me parece que es respetable. Lo que no tengo es la obediencia que siguen los puristas, pero sí el respeto que merece la esencia, lo antiguo, lo válido. La memoria.
P. En su opinión, ¿cuáles son los rasgos más distintivos de la guitarra flamenca?
R. La expresión y el ritmo son muy importantes. Un guitarrista tiene que tener más que ritmo, aire. El aire es fundamental. En las nuevas generaciones de guitarristas, como se han pasado tanto tiempo en su casa estudiando armonía, velocidad y técnica, de pronto se han olvidado de que un rasgueado redondo, preciso y rítmico es hasta más importante que todas las armonías que pueden ir precedidas de ese rasgueado, que es el que remata toda una idea melódica y armónica. Eso es algo de lo que no nos damos cuenta, y me incluyo, porque soy un guitarrista que ha vivido todo eso; he pasado muchas horas solo y he aprendido de mis defectos. Ese rasgueado hay que estudiarlo tanto o más que las escalas, las armonías y los arpegios, y todo eso para tener una técnica brillante y espectacular. Credibilidad, lo que hagas tiene que tener credibilidad. Por muy lejos que vayas armónicamente y por muy loco que parezca, aquello tiene que oler y sonar a flamenco. Eso ya es bastante difícil de explicar porque ni uno mismo, a veces, sabe cuál es la frontera.
P. La base del flamenco es una serie de toques y cantes con patrones muy definidos, muy estrictos, de los que no se podía salir. En este momento todo se ha volado.
R. Pero no ha volado de golpe, ha sido poquito a poco. En mi caso he sido muy cuidadoso y he tenido terror siempre de quedarme fuera. Creo que yo soy un poco el puente entre esa época y ésta. Y en alguna medida, me siento responsable, entre otros, de lo que está sucediendo. Claro, hay una cosa; los muchachos de ahora oyen a Camarón y no oyen a Manuel Torre, ni a Chacón, ni a la Niña de los Peines. Y muchos guitarristas me escuchan a mí, y no a Sabicas, ni a Ricardo ni a Montoya, ni saben de dónde vengo. Entonces ahí está el peligro: que esa lucecita que se te enciende, que te da la intuición de saber de dónde venimos, no se les enciende, y eso suena fuera de contexto. Y no quiero que parezca en ningún momento que estoy en contra de lo novedoso, ni de lo nuevo, ni de la evolución.
P. En el panorama actual hay mucho deseo de novedad y eso quizá pueda acarrear también pasos en falso. ¿Hay en el flamenco el peligro del desarraigo?
R. No, no tengo miedo a que se desvirtúe el flamenco. Que hagan lo que quieran, quien quiera y como quiera. El que se queda fuera de juego es el individuo que se equivoca. El flamenco está enraizado y los flamencos, los gitanos, tienen el termómetro en la mano. El flamenco es un sentimiento, una emoción, que si falta es que falla algo, por muy brillante que seas en la técnica. Si hay algo hoy es una técnica muy superior a la que había antes, en baile, en cante y en toque. Pero, claro, a más técnica, menos personalidad. Antes un artista vivía de un fandango. Había un fandanguillero que vivía toda la vida de un fandango y se le conocía por eso. Había mucha más identidad en los artistas de lo que hay ahora. Hoy día, como se ha generalizado la técnica -y Camarón hizo tanto en el cante, cualquier cosa que hace ahora un cantaor, ya la hizo antes Camarón, cualquier frase que haga un guitarrista, pues por ahí ya estuve yo- es más difícil de ver la identidad.
P. ¿Se ha perdido un poco la esencia de lo jondo?
R. No se ha perdido nada, se ha ganado. No estoy de acuerdo con los puristas en eso. No se ha perdido porque mientras haya diez personas que tengan esa pureza, la esencia estará ahí con la misma profundidad que la que tenían los viejos.
P. ¿Y es compatible lo jondo con el ordenador y las modernas técnicas de grabación?
R. En el disco hay y debe haber un tipo de licencia para que el resultado final, hagas lo que hagas, uses lo que uses, tenga corazón. La técnica está bien, siempre que tengas algo que decir. Para mí eso es válido. En mi último disco, por primera vez en mi vida, empecé a componer en una computadora. Yo siempre había grabado las composiciones para mis discos con un magnetofón sencillo. Un casete con mi cinta. La única diferencia es que en el casete yo tenía que repetir la falseta cien veces hasta que me salía como yo quería, y cambiarla aquí y allí. En la computadora yo la grabo dos veces y me pongo a moverla. Mi espalda no sufre tanto como antes. Al principio me daba reparo la computadora, luego descubres que es como el magnetofón de siempre pero con mil posibilidades más, pero es un arma de doble filo. Siempre he tratado de que lo que hago en un disco lo pueda hacer en el escenario. Porque ahí se te ve el rabo. Hay mucha gente que en disco puede hacer lo que quiera, pero si luego subes a un escenario debes ser capaz de demostrarlo.
P. ¿Ese dominio de la técnica que tiene ahora casi todo el mundo puede llegar a quitar corazón?
R. Pues sí. Aunque yo siempre he visto que, cuanto más técnica tengas, te resulta más fácil poder expresarte. Si te falta técnica, pierdes libertad para crear. Hay que tener suficiente dominio técnico para poder olvidarte de ello. Ahí es cuando puedes empezar a expresarte.
P. En este momento, ¿hay creatividad en los artistas flamencos, tienen cosas que decir?
R. Sí, hay mucha. Están los niños que se comen los instrumentos, están pasaos. Piensa que han nacido oyendo lo que a mí, a Camarón, a Sanlúcar y a toda esa generación nos ha costado años y años de dar vueltas. En sus primeros años de vida ya han oído todo y lo han asimilado. Es como subir al Himalaya, y ellos ya han nacido cerca del pico.
P. Aun así, la influencia más fuerte que tienen es la de Camarón. Su presencia, su sombra, es muy poderosa.
R. Sí, les cuesta mucho escaparse de ahí. Lo pasan mal y sufren.
P. Pero quizá habría que escaparse.
R. Sí, claro. Lo que pasa es que son torpes, porque si yo fuera uno de ellos sabría cómo escaparme, hay muchas maneras de escaparse. Lo primero que tienes que hacer es escuchar dentro de la discografía que se encuentra ahora mismo. Hay mil fraseos que son vírgenes: de Manuel Torre, de Chacón, de Pavón... Hay cuarenta artistas que tienen cosas que si tú tienes la suficiente cabeza, oído, y ganas de aprender, de ahí sacas tu propia personalidad. Así es como creció Camarón. Él creció oyendo a toda la gente, y de aquí cogía una cosa, de ahí otra, e hizo su propio sonido. Y éstos, no. Camarón grababa una taranta en la que de pronto había una frase que no era de la taranta; antiguamente tenías que ser muy preciso haciendo los cantes porque los puristas te decían: no, esa frase no es así. Camarón cambiaba esa frase porque le apetecía, porque no la sabía bien o por lo que fuera. Y ahora oigo a los cantaores jóvenes que cuando quieren ponerse puros hacen exactamente esa frase que no era la original. Hay muchas maneras de tener tu propia personalidad, sólo que hay que tener imaginación y ganas de trabajar.
P. O sea que tendrían que olvidarse de lo que es el padre para ellos, de Camarón. Inspirarse en él, pero olvidarse de él.
R. Por supuesto. Oírlo hasta saciarte. Y luego buscar qué más hay además de Camarón. Buscar todo lo bueno y camuflarlo. Todos nos copiamos unos a otros. No se crea de la nada. Es encontrar algo que sintonice contigo y hacerlo tuyo. Es eso, no es más. No existe la creación pura.
NOVEDADES DISCOGRÁFICAS
El calor de mis recuerdos. Antonio Mairena. Pasarela.
Un ramito de locura. Carmen Linares (con Gerardo
Núñez).Universal.
Alma y corazón flamencos. Camarón de la Isla. Tres cedés. Universal.
Mi ADN flamenco. Diego Carrasco. Nuevos Medios.
El pequeño reloj. Enrique Morente. EMI/Virgin.
Andando el tiempo. Gerardo Núñez. ACT.
Querencia. Mayte Martín. Virgin.
Zaguán. Miguel Poveda. Harmonía Mundi.
Cositas buenas. Paco de Lucía. Universal.
Grabaciones
en París, 1956-1959. Rafael Romero/Juan Varea/Perico el del Lunar Viejo. El Flamenco Vive.
La guitarra de Sabicas. Sabicas. Universal.
Cante minero
y de Levante. Montoya, Chacón, Vallejo y otros. Sonifolk.
El cante flamenco. Antología histórica. Lebrijano, Fosforito, La Periñaca y otros. Universal.
Nuestro flamenco 1 y 2. Mairena, Caracol, Terremoto y otros. RTVE Música.
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