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Reportaje:Atenas 2004 | FÚTBOL: LA REVELACIÓN DEL TORNEO

Los nuevos héroes

La selección de Irak se ha convertido en un asidero moral para su pueblo y aspira hoy a proclamarse finalista a costa de la paraguaya

Diego Torres

Abdul Wahab Abu al Hail se desliza con los ojos pícaros de los 8 de época por el hotel de Tesalónica en el que se haya concentrado con su selección, la de Irak, en medio de un despliegue tal de policías y soldados armados que el lugar, más que una residencia de lujo, parece un cuartel de la OTAN. Es el líder de un equipo que sólo cuenta con siete jugadores en Ligas competitivas, repartidos entre Egipto, Qatar, Irán, Emiratos Árabes Unidos y Siria. Cuando se le pregunta por el secreto del éxito en los Juegos, se dirige hacia un compañero, le toca la calva y exclama: "¡Tenemos a Roberto Carlos!".

En efecto. El sueño de Bassim Abbas es conseguir una camiseta firmada por Roberto Carlos. Tiene 22 años, una cara y una tez que recuerdan al brasileño y se ha afeitado la cabeza. Quiere que las cámaras inspiren comparaciones cundo le filmen corriendo por la banda, incorporándose al ataque con su zurda potente, llena de músculos. Juega en el Al Talaba, uno de los mejores clubes de su país. Cobra 1.000 euros al mes y es el lateral zurdo de la selección iraquí que ha irrumpido en los Juegos dejando boquiabiertos a Portugal (4-2), Costa Rica (2-0) y Australia (1-0).

"Jugamos para apoyar a nuestra gente. Queremos que se sienta orgullosa y feliz"
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"En Irak", dice Bassin; "nos siguen 20 millones de personas". Hoy todo Irak estará pendiente del televisor para ver a su selección jugarse el pase a la final contra Paraguay. En el país mesopotámico son multitud los que se saben al dedillo los entresijos de un equipo cuyas victorias se cuentan por fiestas populares y tiros al aire. Para Irak, el cuadro olímpico de fútbol representa a los nuevos héroes de un país necesitado de un asidero moral. Para el resto del mundo es un misterio. Anoche, su juego era desconocido hasta por el seleccionador paraguayo, Carlos Jara.

"Sólo vi el gol que le hicieron a Australia", dice Jara; "llegó el extremo por la izquierda. Centró. El delantero remató. Rechazó el portero. Apareció un centrocampista, burló a un defensa y pasó atrás... Y ahí remató de chilena el otro delantero. Jugaron con mucha habilidad, rápido, y llegaron al área rival hasta con cinco jugadores. Eso, en el minuto 70, es señal de que están muy bien físicamente".

Irak no participaba de unos Juegos desde los de Seúl 88 y su única actuación en una Copa del Mundo se remonta a la de México 86, en la que perdieron los tres partidos de la primera fase y recibieron ocho goles. Su éxito en los Juegos es un acontecimiento histórico que el presidente estadounidense, George W. Bush, incluso ha utilizado para hacer campaña. Los jugadores, que son ingenuos pero están cargados de rencor, han recibido la noticia como un insulto. "La única solución a los problemas de mi país", dice Bassim; "pasa por que los estadounidenses se vayan. Es lo que pensamos los jugadores y es lo que seguramente piensa todo el pueblo de Irak y toda la gente libre que hay en el mundo".

El seleccionador iraquí, Adnan Hamad Majeed, dirigió al equipo en la época en que Uday Hussain, hijo de Sadam, era el responsable de la cartera de Deportes del país. Uday ha sido señalado por los estadounidenses y desde sectores del recién reconstruido Comité Olímpico Iraquí como el instigador de las torturas a los futbolistas de la selección. Patear balones de cemento y ser confinados en cárceles con la cara cubierta por máscaras de acero eran, según los portavoces, castigos empleados contra ellos cuando perdían. Majeed hace un matiz: "Uday castigaba a los jugadores. Pero nunca llegó a hacer muchas de las cosas que se dicen por ahí".

"Los estadounidenses son unos mentirosos", masculla Majeed; "dicen que nos han liberado, pero tú sales a la calle en Bagdad y no sabes lo que te va a pasar. Mandas a tus hijos al colegio y no sabes si los vas a volver a ver. Aquí estamos muy preocupados por nuestra gente. Han destruido nuestro país y no veo que tenga arreglo".

A Majeed no le gusta que digan que su equipo es el producto de un Irak libre. A sus jugadores, tampoco. "Llamamos todo el tiempo a casa", dice Bassim; "porque estamos preocupados por nuestros amigos y familiares. Jugamos para apoyar a nuestra gente. Queremos que se sienta orgullosa y feliz".

Bassin, nacido y criado en Bagdad, asegura que desde que está en los Juegos le han llegado ofertas de Alemania, Egipto y Qatar. "En Irak seguimos mucho la Liga española, la rivalidad entre el Barça y el Madrid. Pero yo adoro a Roberto Carlos. Se parece a mí y le pega con la zurda. Viéndole por la tele he intentado imitarle", concluye.

Los futbolistas iraquíes festejan una de sus victorias en Atenas.
Los futbolistas iraquíes festejan una de sus victorias en Atenas.ASSOCIATED PRESS
Un grupo de aficionados aplaude a los suyos en un bar de Bagdad.
Un grupo de aficionados aplaude a los suyos en un bar de Bagdad.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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