"¡Esto lo sacamos adelante!"
Dueñas juega poco en la cancha, pero mucho en el vestuario español, que le ve como un líder
Mientras los focos alumbran y persiguen a Pau Gasol, en el grupo de Mario Pesquera hay alguien que barre la casa con tanta o más repercusión. Un personaje discreto y hacendoso que domina la trastienda. Con sigilo, participa, observa, repara, comenta... Es una suerte de gran pope al que se escucha con dogma de fe. En la selección, la palabra de Roberto Dueñas es palabra del señor. Ante un comentario suyo, todos dicen amén. Recuperado para el grupo tras cuatro años de ausencia, el pívot del Barça imparte cátedra en Atenas y en el equipo están entusiasmados con él. "Es una figura esencial dentro del grupo", confirma el seleccionador; "además de una gran persona, es un líder, un hombre 10".
"A veces, lo que a ti se te pasa él lo ve. Es muy inteligente y muy rápido", dicen los técnicos
Un líder que, sin embargo, domina con los mejores modos y la mayor discreción. Ni se prodiga con la prensa ni suele ser el centro de atención. Se concentra en el grupo y su influencia juega dentro y fuera de la pista. A decir de los que le rodean, de la boca de Dueñas, salen siempre los consejos y los comentarios más acertados. "Es una persona muy querida que, además, posee la inestimable cualidad de saber siempre lo que tiene que decir y en el momento preciso", advierte Pesquera. Como sucedió en el encuentro frente a Italia. La cosa no pintaba demasiado bien y Dueñas fue decisivo para sacar el partido adelante. En la pista y en el segundo cuarto, porque, pese a los pocos minutos que jugó, con su actuación desde el poste alto rompió la zona italiana. España se recuperó y pudo marcharse al descanso con dos puntos de ventaja. Y en el vestuario, al descanso, hizo oír su voz. "¡Venga, tíos, que esto lo sacamos adelante!", lanzó. Una frase de lo más tópica que, cuando sale del madrileño, surte, sin embargo, un efecto reparador. "Como veterano que es", apunta Pesquera, "sabe hacerse escuchar".
Pero no sólo eso. Dueñas, de 29 años de edad y 82 veces internacional, domina la escena y sabe cuándo toca escuchar, hacer una broma -según los miembros del equipo, tiene un gran sentido del humor- o animar.
Es lo que ha hecho con Navarro durante todos estos días en los que La Bomba no ha estado a su mejor nivel. "No te preocupes, que no pasa nada. Hoy no has tenido un buen día, pero seguro que mañana cambiará", no se ha cansado de repetirle tras cada partido. "La verdad es que ayuda y se agradece mucho, sobre todo viniendo de alguien que tampoco juega muchos minutos", admite Navarro. Compañeros de equipo en el Barça, para La Bomba como para Gasol, Dueñas es todo un referente. Los conoce desde que eran casi unos niños, cuando llegaron al primer equipo desde el B. Pese a que Gasol haya volado a la NBA y conquistado la etiqueta de estrella, sigue escuchando al veterano Dueñas.
La influencia del techo del equipo español (2,21 metros de estatura), que ha regresado a la selección cargado de ilusión, no se limita a sus compañeros. Inteligente, rápido, gran lector de los partidos..., sus observaciones tácticas durante los encuentros y después de ellos son siempre muy bien recibidas por los técnicos. "A mí me está ayudando mucho en mi trabajo", confiesa Pesquera. "Suele hacer pocos comentarios, pero siempre acertados y en el momento oportuno. A veces, lo que a ti se te pasa él lo ve. Es muy inteligente y muy rápido", abundan desde el cuadro técnico; "y posee una gran capacidad de anticipación: a veces, cuando algún compañero se encara con los árbitros, él lo frena porque ya tiene en cuenta lo que esa acción puede significar después".
En el piso de la Villa en el que se aprietan los 12 componentes de la selección, Dueñas también marca la pauta. Gran aficionado a la informática y al cine, la habitación que comparte con Rodrigo de la Fuente es un modelo incluso en cuantos a horarios. "Mientras los otros se dispersan jugando a las cartas o haciendo cualquier cosa, él siempre sabe cuando se tiene que recoger", apunta un miembro del equipo. Su veteranía y sus crónicos problemas físicos, de los que, de momento, no se ha resentido, le han enseñado más de una lección.
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