Nihilismo en los diálogos de la obra 'Para nada', de Carlos Sarrió
Claro, la vida no tiene sentido. Muchos lo saben desde hace mucho tiempo, otros aún no, y hasta hablan insistentemente de esa cuestión; incluso se "buscan a sí mismos", los muy jóvenes. Conviene que se siga diciendo, y que lo haga un escritor y director y actor como Carlos Sarrió en Para nada. Diálogos (teatro El Canto de la Cabra; Madrid): tiene una prosa limpia de ensayista, conocimientos de filosofía, se sabe el "teatro del absurdo" y es buen actor, y tiene buenos actores (Arsenio Jiménez, Antonio Sarrió, Begoña Crespo, Julio C. García) a su alrededor para hacer su demostración verbal de que Dios no existe y la nada tiene la consistencia que debería tener ya que es algo, o es nosotros mismos. O los actores que interpretan bastante bien sus papeles, más distintos unos de otros por leves acepciones de carácter y de situación que por la diferencia de su prosa.
Algunos dirán que no es teatro: son monólogos y una o dos conversaciones. Pero teatro es todo lo que se representa en un escenario, o incluso sin escenario, puesto que esto transcurre en torno al bello y cuidado olivo de la placita que se ha anexionado El Canto de la Cabra. Lo que ya casi no va siendo teatro es el otro, el de las discusiones entre personajes, el de los conflictos amorosos, familiares o hipotecarios. Eso es cine y, en muchos casos, vida diaria. A muchos nos basta con que el texto esté bien escrito y bien hablado por los actores y que, aunque no contenga nada nuevo, insista en la paradójica existencia de la querida nada. Sí, creo que gustó al público joven del estreno, que aplaudió mucho.
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