Extraños en la noche
Anoche hicimos una hoguera y formamos alrededor un círculo. Poco después encendimos otra hoguera con el fin de formar dos grupos: uno para Carmen Calvo y otro para los demás.
-Es que hablas muchísimo, Carmen -le dijo la sartén al cazo (Moratinos).
-No, no me deis explicaciones -Carmen se tapó los ojos con el dorso de la mano-. Sentís un rechazo por la palabra que yo, como mujer de la cultura, no puedo comprender, ni compartir ni con nada.
-Venga -se arremangó Moratinos-, dejadme que os explique mi entrevista con Jack Straw.
-No pronuncies tan afetado: Yok Estrou -protestó Pepe Blanco-, que parece que quieras dártelas de superior.
-Le dije: Jack, ¿a que te comes el peñón de Gibraltar y se acaban las monsergas? Yo, es que soy muy directo.
-¿Y si nos damos un remojón en la playa? -propuso Trini, siempre con ideas glamourosas.
-¡Trini, que no hay playa en esta casa de mier, coño! -repuso Magdalena.
-Mira, Maleni -se enfureció Trini-, los que habéis hecho gestión estáis atrapados por un realismo asfixiante. Y eso no es lo que quiere la gente. La gente está demandando... No sé, otra cosa.
-¡Gentes de la cultura! -declamó Carmen Calvo, en pie, hablando al viento, como una profeta o una pesada-. Yo os digo: gracias, gracias y mil veces gracias. Por existir. Sencillamente. Sean éstas mis breves palabras...
-¡Carmen, por piedad!
-¡Otra vez el discurso, no!
-Perdonad, pero tenéis una aversión a la cultura que no es normal en progresistas. Y éste es un proyecto muy del presidente, os lo advierto. LaculturaelQuijotebajarelivaaloslibrosyalosdiscossubvencionarel cineinformatizarlaescuela arf arf arf, me quedé sin respiración.
-¡Y yo sin presupuesto! -se ahogó Pedro Solbes.
-¡Basta! -me impuse a todos-. Sabéis que todos los proyectos de todos los ministerios son míos. No tengo preferencias, salvo quizá, ciertamente, por la cultura, la educación, las infraestructuras, las políticas sociales, la vivienda, la justicia y, por supuesto, otros.
-¿Y la inmigración?
-También. Pero hoy nos corresponde decidir, con responsabilidad, con profunda responsabilidad, quién abandona la casa. Con esto del buen talante, de aquí no se va nadie, y hay que aligerar. Ayer voló Jordi Sevilla. Decidid libremente quién se va hoy con viento fresco.
Todas las miradas se dirigieron hacia Carmen Calvo. Crecían murmullos excitados.
-¡Un momento, por favor! -grité otra vez-. Vamos a hacerlo reglamentariamente. No debemos actuar con frivolidad. Vamos a pensarlo. Contamos hasta tres y decidimos.
-¡Un dos tres, Carmen! -gritaron todos.
-¡Os odio!
-¡Esto se está desmadrando! Y a mí, desmadres, los justos. Y, a todo esto, ¿dónde está San Segundo? ¿Es que tampoco tenemos ministra de Educación?
-Bueno, José Luis -se me encaró Pepe Blanco-, a las ministras espectáculo las echamos, a las ministras discretas las regañamos. ¿Aquí cuál es el concepto?
Le miré fijamente a los ojos.
-¿A que te nomino y abandonas la casa?
-Te lo advierto, José Luis: el poder te está cambiando. Quédate con la copla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.