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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Ben Stiller se pone serio sin cambiar

El actor estadounidense apoya a John Kerry y estrena su cuarta película en 2004, 'Cuestión de pelotas', que pretende esconder una reflexión sobre el culto al cuerpo y el triunfo de los perdedores

Ben Stiller (Nueva York, 1965) lleva cuatro comedias estrenadas en 2004 y prepara para fines de año la quinta, Meet the fockers, pero no tiene miedo a encasillarse. "Nunca me ha asustado ni preocupado que me encasillen en papeles de comedia, sino hacer las cosas que me gustan", explica el actor. "El encasillamiento dura hasta el momento en que el público te ve haciendo cosas diferentes. Dura hasta que haces algo nuevo", se defiende.

Stiller prepara para el 17 de septiembre el desembarco en España de Cuestión de pelotas, su nuevo filme, en el que encarna por primera vez al malo de la película. Especializado en ser el perdedor de turno, el chico del que todos se ríen, aquél envuelto en las situaciones más embarazosas, el actor interpreta al dueño de una gran cadena de gimnasios que intenta hacerse con el destartalado edificio de la competencia. En contra de sus intenciones juegan el actor Vince Vaughn, el grupo de extraños clientes de su pequeño gimnasio y una oportunidad única: un campeonato de balón prisionero con el que conseguir el dinero necesario para salvar su negocio.

Siempre rodeado por la animadversión de los críticos y las risas del público, Stiller defiende su estilo. "Sólo intento hacer cosas que considero divertidas, que funcionan"."Es subjetivo hablar de bromas de buen o mal gusto. En esta película no hay bromas groseras, desbordadas, sino cosas que están en la vida real". Cuestión de pelotas no se basa sólo, según el actor, en su habitual receta de traspiés, chistes picantes y bromas escatológicas. "No es sólo una suma de gags. Hay varios mensajes, como el de los perdedores, que hacen su viaje hacia el triunfo, o la sátira sobre la cultura del cuerpo".

La carrera de Ben Stiller está llena de contradicciones. Debutó en la televisión con un programa, The Ben Stiller Show, que tras ser cancelado por falta de audiencia recibió un Premio Emmy. Luego, como director y guionista, se convirtió en el gurú de la generación X con Reality Bites, pero fracasó dirigiendo a Jim Carrey en Un loco a domicilio. Ahora, como actor, sólo hace comedias, pero no le importaría interpretar otros personajes. "Hacer otro tipo de películas y de papeles que no sean comedias es divertido y espero tener la oportunidad de hacerlo".

En la agitada vida de Stiller, que en Cuestión de pelotas comparte protagonismo con su mujer, Christine Taylor, sólo dos cosas parecen claras. Su pasión -"lo que siempre quise hacer es dirigir"- y su compromiso. "Querría ver un cambio en el liderazgo de EE UU, aunque doy mis opiniones como ciudadano y no intento convertir a nadie a mi forma de pensar. Apoyo a Kerry al 100%", sentencia.

Ben Stiller y su esposa, Christine Taylor, en la presentación de la película.
Ben Stiller y su esposa, Christine Taylor, en la presentación de la película.ULY MARTÍN

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