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Crítica:FERIA DE BILBAO | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Salvador Vega, en gran torero

El joven torero Salvador Vega triunfó ayer alternando con las dos máximas figuras del escalafón, como son Enrique Ponce y El Juli. Sus dos faenas estuvieron forjadas en una fragua de muchos quilates. Vibrantes los derechazos y naturales de su primero, además de largos y ligados. En su segundo, último de la tarde, mejoró lo hecho en el otro toro. Ahí pidió paso el temple. La faena se macizó más. A los remates, tanto los de pecho como los trincherazos, les llegó la calificación de cum laude. El torero se fue metiendo la fantasía que iba creando su franela. En algún momento cualquiera sus manos se quedaban quietas como palomas diminutas dormidas. Sus pases se sucedían tal cual son las tiernas uvas maduras. Pase a pase, la faena acabó convirtiéndose en una bellísima sinfonía en rojo. Estamos ante una reunión de pases sumamente variados. Brotaban los momentos suaves, llenos de torería y sensibilidad. A medida que crecía la faena una emoción serena salía del rostro del torero. Si lo hubiera matado arriba, como a su primero, ahora estaría todavía paseado a hombros por las calles de Bilbao. De todos modos esta plaza lo va a hacer torero suyo en los años sucesivos. Y si no al tiempo.

Torrestrella / Ponce, Juli, Vega

Toros de Torrestrella, de presencia aceptable, manejables, salvo el 5º, con las fuerzas justas. Enrique Ponce: ovación en los dos. El Juli: ovación y oreja. Salvador Vega: oreja y oreja. Plaza de Vista Alegre, 19 de agosto. 6ª de feria. Lleno, "no hay billetes".

Pero no fue fácil su labor, porque enfrente estaba Enrique Ponce dictando un magisterio en dos faenas, con mucho temple la primera, en especial por la mano derecha, añadiendo cuatro pases de pecho de gran poder y cadencia. La faena en su segundo, a un toro con poco gas, encaja dentro de su toreo por todos conocido donde aplica una técnica muy eficaz.

La actuación de El Juli en su primero fue discreta, donde exhibió algunas carencias en cuanto a calidad artística. Sin embargo, en su segundo, el único toro con peligro de la corrida, estuvo valiente, metido entre los pitones. Consiguió un rumor entre los espectadores, que era una mezcla de admiración, congoja y susto. Se echó a matar como un león.

Mas volvamos al triunfador. Salvador Vega no tuvo necesidad de inventar nada nuevo. Se empeñó, con gran fortuna, en hacer el toreo de siempre. Se ajustó a aquella expresión de T. S. Eliot cuando auguró para la fama: "Nada que no sea tradicional puede ser verdaderamente nuevo".

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