El más joven, el más completo
Rafael Martínez es un 'decatloniano' en un deporte que apuesta por los especialistas
El más joven es el más completo. Rafael Martínez, a sus 20 años, se ha instalado en la élite mundial de la gimnasia con un futuro asombroso. Su quinto puesto le abre un camino que ya había dado sus frutos con el subcampeonato europeo en Liubliana. Ayer se tomó el día libre y paseó por Atenas con sus padres, que llegaron de Móstoles (Madrid) para verle lograr lo que para él equivale a una medalla.
Martínez tiene el tiempo a su favor porque sólo el coreano Kim, plata en el concurso múltiple, es un año más joven que él entre los gimnastas que ya son sus únicos rivales en la cumbre. El campeón mundial, Paul Hamm, oro histórico para Estados Unidos, tiene un año más, pero el resto del ramillete de figuras, son de la generación del 80, tres años más viejos.
Se conformaba Martínez con estar entre los diez primeros, pero el quinto puesto desbordó sus ilusiones. Martínez es la típica joya pulida que a veces surge en el deporte. A unas condiciones extraordinarias, a su calidad, añade sensatez, una cabeza bien amueblada. Cuenta con unas facultades naturales fantásticas, sabe lo que quiere y se controla en los ejercicios.
En él se conjugan todos los ingredientes para dar el cóctel del gimnasta completo, algo cada vez más raro en los últimos derroteros del deporte clásico. En primer lugar, es capaz de hacer bien los seis aparatos, desde las anillas -el peor suyo-, hasta el suelo y el salto, los mejores. En Atenas no se metió en ninguna final individual, pero sí da la media alta suficiente en todos, sobre 9,500 puntos. Y tampoco descarta entrar en grandes finales por aparatos porque ya lo hizo en el suelo de los pasados Europeos, en los que ganó el bronce. Pero tiene claro lo que considera más valioso: "Para mí, tiene más mérito lo mío. Es el concurso general, los seis aparatos. Es como un Tour. Para mí es una medalla". Martínez mantuvo la sangre fría en los Europeos cuando lo pasó mal en las anillas. Y volvió a evidenciar en Atenas su aplomo, con sólo dos errores en la barra y el suelo. Es un corredor de fondo de una gimnasia que se ha llenado de velocistas. Un decatloniano en un mundo de especialistas. La gimnasia ha potenciado a estos últimos porque son los que dan espectáculo, ganan y generan dinero. Pero la gimnasia ha perdido así peso específico global. A Martínez no le importa porque su mentalidad es también de conjunto.
Después de Atlanta 96 se convenció de que sería un gran gimnasta. Empezó a ir al Centro de Alto Rendimiento de Madrid hace cuatro años, entró en un programa júnior y se quedó en el equipo nacional. Y, mientras estudia informática, contabilidad e inglés en apenas un año ha saltado a la élite con sólo tres competiciones. Debutó en los Mundiales de Anaheim, en los que se metió en la final del concurso múltiple (19º), siguió con las medallas en los Europeos y ahora el éxito de los Juegos. Para celebrarlo quizá grabe en su mesa de mezclas una nueva maqueta de la música tecno y progresiva que le gusta.Rafael Martínez, durante su ejercicio en la barra fija
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