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Crónica:Atenas 2004 | GIMNASIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Histórico Martínez

El quinto puesto del madrileño es el mejor de un español en el concurso múltiple individual

Joaquín Blume, el legendario referente de la gimnasia española, tal vez lo hubiera hecho mejor en los Juegos de Melbourne, en 1956. Pero la España de Franco no dejó ir a los deportistas para que no vieran a los entonces soviéticos, cuyos tanques acababan de entrar en Budapest. Al año siguiente ganó el Campeonato de Europa, que en aquella época era como el Mundial, y se consagró como el gimnasta más completo. Después murió en accidente de avión y también será una incógnita eterna qué hubiera hecho en los siguientes Juegos de Roma, en 1960. El pasado mes de abril, en Ljubljana (Eslovenia), Rafael Martínez, un chaval de Móstoles que no cumplirá los 21 años hasta diciembre, logró la medalla de plata europea en el concurso múltiple de los seis aparatos, 47 años después del catalán. Ningún español se había subido al podio desde entonces.

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Ayer, Rafa volvió a hacer historia. Acabó quinto en unos Juegos y a poco más de una décima del podio. De no haber tenido algún fallo en la barra fija y en el suelo, incluso habría podido subirse a él. Ningún español se había logrado meter nunca entre los 10 primeros. La mejor clasificación global de siempre era el 13º puesto de Jesús Carballo en Atlanta 96.

Martínez empezó ayer el concurso con buenas sensaciones. No mejoró la nota del sábado pasado en anillas, su peor aparato, pues hizo una décima menos, 9,575, pero no pasó los apuros de los pasados Europeos. Entonces se quedó sin fuerzas y tuvo que improvisar. Ayer, no. Se le vio muy decidido, con el aplomo de un gimnasta mucho mayor. Él mismo reconoce que tiene la cabeza muy fría y que eso es clave para mover los músculos. Todos sus gestos, aunque serios y de concentración, denotaron su relajación. Lo que reflejaba, finalmente, era seguridad, la suma de ambas cosas. Y con esa primera nota se ponía ya sexto, entre los 10 primeros.

En la carrera de eliminación se trataba de ser el más regular y resistente. Paul Hamm, el estadounidense campeón del mundo en 2003 y líder el primer día, ganó ayer por sólo 12 centésimas el oro con un gran ejercicio final de barra fija cuando parecía tenerlo todo perdido tras caer en salto. Pudo superar así a los dos coreanos, Kim y Yang Tae, que habían sido los más regulares.

También Rafael mantuvo siempre el tono medio alto, sin fallos, la clave de los completos. En salto, el segundo aparato, uno de los que más falló en la calificación, pese a ser su especialidad, hizo dos décimas más y con 9,612 se terminó de centrar. Las paralelas, después, eran un punto de inflexión importante, porque tampoco había estado como en él es habitual el primer día. Se había quedado en 9,325. Pero esta vez estuvo espléndido y sacó la mejor nota de la noche, 9,700, lo que le asentó en el sexto lugar a falta de tres aparatos. Con no fallar claramente estaría entre los 10 mejores con seguridad. La hazaña estaba en camino. El susto llegó en la barra, donde cometió un fallo en el cambio de mano del agarre y los 9,475 recibidos le bajaron al séptimo puesto.

En la recta final quedaba la duda de si resistiría la presión. En suelo, se salió al calcular mal la distancia en la primera diagonal tras levantarse de la última pirueta. No tuvo más errores. Con el 9,500 dejaba todo para el caballo con arcos, donde el sábado se cayó. Aún quedaba suspense. Pero esta vez no falló. Demostró su tremenda sangre fría y sumó la segunda mejor nota, 9,687, que incluso le subía un lugar. Con 20 años ya no estaba entre los 10 mejores del mundo, sino entre los cinco. Toda una hazaña.

Rafa Martínez, en el ejercicico de anillas.
Rafa Martínez, en el ejercicico de anillas.EFE
Rafael Martínez, durante su ejercicio en el caballo con arcos.
Rafael Martínez, durante su ejercicio en el caballo con arcos.EFE

"Es como una medalla"

Tras su último ejercicio de caballo, Rafa Martínez hizo un gesto de victoria, como si hubiera ganado una medalla. Después confesó que así era. Antes, tras cada aparato, saludaba a la grada, donde estaban sus padres viéndole. "Increíble", fue su primera palabra. Estaba exultante y no era para menos. "No lo pensaba. Intentaba entrar entre los ocho mejores, pero vi que se caían los que iban delante de mí en cada aparato y me decía: si lo hago entero, los paso, los paso. Y bueno, quedar quinto es como una medalla".

Rafael reconoció que en algún momento pensó en el podio: "Me lo he imaginado. Si hubiera hecho bien la barra y el suelo... pero me voy de sobra satisfecho. Llevo tres competiciones, Mundiales, Europeos y Juegos. Soy subcampeón de Europa y quinto olimpico, no puedo pedir más. A ver si gana Madrid la elección para 2012 y me retiro en casa".

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