Un 'fórmula 1' sobre el mar

Bajo un sol abrasador, en una carpa gigante situada en uno de los rincones del Club Náutico de Valencia, decenas de personas se afanaban ayer por la mañana en tener a punto hasta el más mínimo detalle del BMW Oracle Racing, la prestigiosa y espectacular embarcación que participará en la Copa del América de Vela de 2007, en Valencia, y que estos días realiza sus sesiones de entrenamiento en las mismas aguas en las que competirá. La especialización es total. Cada empleado tiene su cometido, por pequeño que sea. Es la rutina de cada día. Técnicos, tripulantes y diseñadores de 17 nacionalidades diferentes conviven con un objetivo: arañar cada centímetro y cada segundo al viento y a las olas para construir el barco más veloz.

Son las 12.45 y las dos embarcaciones del Oracle, iguales como dos gotas de agua, se ponen en marcha. Regresan después de seis horas de travesía por el mar y tras múltiples pruebas. Un ordenador a bordo registra cada progreso. Sobre el barco, los 17 tripulantes -el decimoctavo es un observador invitado por la organización- funcionan como un reloj, cada uno en su lugar. No hay un segundo de descanso, y la comida se devora en pocos minutos. Hay que seguir probando.

Sobre el agua, el Oracle es como un coche de Fórmula 1, un modelo carísimo, de una tecnología punta y un diseño pensado al milímetro. Las olas se dejan atrás como si fueran las curvas de un circuito, con el barco en posición escorada y los tripulantes haciendo piruetas para mantener el equilibrio. El Oracle es potencia, pero también delicadeza, algo nada sencillo para una embarcación gigantesca: posee un casco de 24 metros de eslora y cuatro toneladas de peso, una quilla de 20 toneladas, un mástil de 33 metros de altura y su vela de mayor superficie, el spinnaker, de 500 metros cuadrados.

La sociedad que preside Chris Dickson prepara en Valencia la Copa del América y antes, el próximo 5 de septiembre, su debut en Marsella en la Copa Louis Vuitton, de la que el año pasado fue finalista en su primera participación. Los tripulantes y técnicos alaban las "maravillosas condiciones" de Valencia para la práctica de la vela, su fuerte brisa y las altas temperaturas. Del resto se encargan en los talleres.