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Tinto de verano

He tenido un sueño

Elvira Lindo

Yo siempre rompiendo. El primer día en la Universidad de Verano les dije a mis alumnos que me gustaría que mi taller fuera un canto a la franqueza, que habláramos desde la sinceridad, que fuera una catarsis colectiva, qué caramba. Porque, qué es la literatura en España, les pregunté. Ellos superintrigados. Una farsa, dije, camarillas de escritores que sólo recomiendan los libros de sus amigos, presentaciones de libros sonrojantes donde unos y otros se echan flores, críticos que machacan a los débiles y luego babean con los poderosos, pero con vosotros, queridos alumnos, con vosotros debe volver la verdad. Luego dije algo así como "he tenido un sueño, he soñado que los hombres eran libres, etcétera". Para qué. La becaria listilla levantó la mano. Pues no va la tía y me dice que ya que tiene oportunidad le gustaría decirme que si no me gustaría escribir cosas con cierta profundidad y no sólo la gracieta por la gracieta. Tuve que contar hasta diez, porque si no cuento hasta diez le salto los molares, y la dije: "Mira, bonita, ya te eché ayer, y sin más remedio te voy a echar hoy, porque habiendo más universidades de verano en España que Carrefours, a ver por qué me has elegido a mí para darme este coñazo, tienes hasta incluso, puerta con puerta, un curso sobre los planetas, a lo mejor aún puedes apuntarte a un viaje a Marte, hay otro de lenguaje de señas para sordos, que al profesor de dicho curso, lo que tú digas, por un oído le entra y por otro le sale, pero tú a mí no me das el curso, bonita, porque antes que darte el diploma, fíjate que te digo, me encadeno a la basílica de San Lorenzo, así que vete una horita al pasillo y reflexiona". En total, que la tía se sale, y a la hora me digo, a ver qué hace (la lista), y salgo, y que no está, y ya me pongo nerviosa, que me sudaba hasta el canalillo, y pienso, a ver si esta gilipollas ha ido a protestar y me cierra las puertas del mundo académico. Me pongo a buscar a la desesperada y, de pronto, allí que me la veo, en el bar, mojándose un donuts en colacao y a su lado un hombre con otro colacao en tetrabrick y con otro donuts. Al principio, lo juro, no lo reconocí, porque mi santo, que yo sepa, jamás de los jamases se ha comido un donuts. Pero allí estaba, mojando bollo, él, que siempre ha estado en contra del tetrabrick, que yo me he visto en muchas discusiones que hemos tenido sacando la cara por el tetrabrick. Allí estaba, chupando la pajita, hablando de su obra. La becaria, supertuteándole, le decía, ¿entonces leerías algo mío?; y él, vale; y ella, me da mogollón de corte; y él, siempre tiene que haber una primera vez. Entonces, tía, me despierto envuelta en sudor, gritando, ¡yo te mato, zorra!, y agarrando a mi santo por el cuello, que él, por hacerse la victimita, dice que vio el fin muy cerca. Y yo sé que es un sueño, pero como veo que la tía becaria ésa se va a pasar la semana dándome mucho por saco, si yo me viera en la tesitura, yo la pongo cara a la pared, pero siempre dentro del aula. Porque a nivel onírico, lo encuentro un sueño superpremonitorio.

ENRIQUE FLORES

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.
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