El final de un molino
Como propietario de la casa molino Olaerrota del barrio Gorozika de Muxika y titular del aprovechamiento de aguas de los ríos Ibarruri y Gorocica, quiero manifestar mi más profundo malestar e indignación con las autoridades administrativas y judiciales de este país, que, tras más de doce años de batallas en todas las instancias, han permitido que el molino de agua, que ha funcionado desde tiempo inmemorial en la molienda de maíz y trigo, no pueda seguir funcionando normalmente y se vea condenado a la desaparición.
Las tomas y aprovechamientos del caudal de los ríos, permitidos por las autoridades en los últimos años, hacen que el molino que ha sustentado tantos años a mi famillia, ahora no pueda seguir funcionando. No hay derecho a que una actividad catalogada de interés cultural por el Gobierno vasco y objeto de estudio antropológico, no haya merecido una mayor protección e interés en su conservación.