Calurosa llegada de Marijaia

El termómetro del paseo del Arenal marcaba ayer 38 grados a las siete en punto de la tarde cuando la chupinera Begoña Benedicto -de la comparsa Askapeña, fundada en 1991 y con 115 miembros- encendió en la balconada del Arriaga la mecha del cohete que marcó el inicio de la Aste Nagusia bilbaína. El pegajoso calor animó a los cientos de personas que aguardaban el chupinazo en la plaza a celebrar el estallido arreciando el lanzamiento de harina y las duchas de cava y kalimotxo, como se ha repetido en los últimos años en el comienzo de las fiestas de Bilbao, Vitoria y Pamplona, y a entonar el himno de las fiestas, el Badator Marijaia, compuesto por Kepa Junkera.

La ceremonia de apertura de la Aste Nagusia siguió el modelo fijado en las ediciones anteriores. Una hora antes del chupinazo, el interior del Arriaga era ya un hervidero en el que los invitados del Ayuntamiento, comparseros, el alcalde y los concejales, y periodistas de radio y televisión que emitían en directo compartían espacio con los dos protagonistas de la tarde: la chupinera y el pregonero, el periodista de ETB Julio Ibarra.

El penacho de plumas del uniforme del pregonero fue lo primero que asomó a la balconada del teatro cuando todavía faltaban unos minutos para la hora del chupinazo. Su puntualidad fue premiada con el lanzamiento de algunos huevos. Ibarra esquivó la primera andanada y pidió calma, pero ni sus palabras ni sus gestos tuvieron gran acogida. Siguieron llegando huevos con buena puntería al balcón que ocupaban el pregonero, el concejal de Cultura, Jon Sánchez, y la intérprete del lenguaje de signos. Finalmente, Ibarra pudo leer su pregón inaugural, plagado de guiños al lenguaje que domina la política vasca y a la vida festiva. A su lado Marijaia esperaba su debú, vestida este año de rosa y azul.

El chupinazo marcó la hora cero de la Aste Nagusia 2004, que se prolongará hasta el próximo 22 de agosto. El programa ofrece esta tarde la Cabalgata de la ballena, que partirá de varios puntos a las 19.00 para confluir en la Gran Vía, que recorrerá dos horas con un espectáculo para todos los públicos.